Por Guillermo Cherashny.-

Es cierto que Sergio Massa sorprendió a muchos en las PASO del 9 de agosto pasado con su performance de obtener el 20,6% de los votos junto a José Manuel de la Sota. Y hoy día vuelve a sorprender manteniendo los mismos guarismos aunque varios encuestadores le dan hasta 22,23 y 24%. Pero lo seguro es que mantiene su base electoral. En el macrismo sostienen que Massa es un candidato tapón que no deja crecer ni a Scioli ni a Macri y esperan que el gobernador no llegue a pasar el 40%. También tienen la esperanza de que en los últimos 15 días de campaña se dé la polarización esperada y quizás aguarden lo mismo los sciolistas.

Un trabajo bien hecho

El cristinismo, por su parte, ha demostrado poder para «ayudar» a los adversarios, como ocurrió a lo largo de todo este año, en el cual lo descolocaron a Massa a través del trabajo de encuestadores amigos. Claro que el tigrense cometió muchos errores de manejo pero ahora las denuncias de corrupción contra el PRO lo estarían favoreciendo indirectamente, aunque nada indica en las encuestas que el caso Niembro le haya significado una baja de puntos a Macri. Lo que en definitiva quiere el oficialismo es que Macri quede en 27%, Massa en el 23/24% y que Scioli pase el 40% que dicen ya tener. Esto según Haime, Poliarquía, Rouvier, Aurelio y otros más. Los dos candidatos opositores tratan de evitarlo, como Massa con su propuesta de que José Manuel de la Sota sea su futuro jefe de gabinete, y Macri esperando el «voto útil» que hasta ahora no apareció claramente. Pero hay que reconocer que el gobierno maneja hábilmente las campañas de división de la oposición, levantando a un candidato y después al otro. Y si logra coronar este juego puede llegar a ganar.

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