Por Alexis Di Capo.-

Ninguna figura de la política nacional se esforzó tanto como CFK para homenajear la memoria del recientemente fallecido Fidel Castro. Un personaje que obviamente seguirá sirviendo -y más todavía ahora muerto que estando vivo- para reconstruir la izquierda latinoamericana de cara a su resurgimiento si fracasan las políticas de apertura de mercados que intentan tímidamente Michel Temer en Brasil y Mauricio Macri en Argentina. Así es que el cristinismo estaría dispuesto a apoderarse localmente de la figura de Castro con aún más énfasis que la de Hugo Chávez. Es que el primero queda en la historia de la izquierda como un revolucionario triunfador, en tanto que Chávez deja una hecatombe con su delfín Nicolás Maduro que es difícil de igualar.

En este plan legisladores del kirchnerismo estarían a punto de presentar un proyecto de ley para que se erija en una plaza de la Capital un monumento al jefe de la revolución cubana. La idea no es inocente: se trata de colocar al macrismo ante un callejón sin salida para sacar provecho del mismo.

Un dilema complicado

En efecto, si el oficialismo se sumara al efecto mayoritario hoy en los medios y la dirigencia política de evaluar al finado como un prócer de la democracia latinoamericana, se compraría la repulsa del público natural del PRO que, con todo sentido común, piensa que acaba de morir el último tirano de América, responsable de miles de crímenes políticos.

Comparando con el caso de Ernesto Che Guevara, aunque éste fue también un asesino serial, nunca gobernó y murió en una novelesca aventura selvática, por lo tanto fue más fácil para la prensa progresista glorificarlo. No es el caso de Fidel, dueño del engranaje del estado durante 40 años.

En este contexto, la política local puede encontrar otro tema para polarizar entre el PRO y el kirchnerismo.

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