Por Carlos Tórtora.-

En la incipiente puja por asegurarse espacios de poder ante un cristinismo voraz y dispuesto a encerrarlo en un corralito político, Daniel Scioli va encontrando algún oxígeno en la particular situación que se está dando en la interna para gobernador bonaerense del Frente para la Victoria. Aníbal Fernández, que lleva como compañero de fórmula a un declarado enemigo del sciolismo, Martín Sabbatella, va perdiendo terreno día a día ante la dupla compuesta por Julián Domínguez y Fernando Espinoza. Éstos cuentan con el apoyo de los intendentes clave de la tercera sección electoral, como Hugo Curto (Tres de Febrero), Julio Pereira (Florencio Varela) y Juan Patricio Mussi (Berazategui), en tanto que el jefe de gabinete, pese a su despliegue mediático -o tal vez gracias al mismo-, no sólo no consigue repuntar en las encuestas sino que aumentaría su alto índice de rechazo. Pero lo más significativo es que la propia presidente lo habría desahuciado. En los últimos días, el jefe de gabinete le habría reclamado en vano a Axel Kicillof que le transfiriera algunas partidas que iban a reforzar el armado logístico de su campaña. El Ministro de Economía tenía órdenes precisas y las cumplió. Olfateando que le había quitado la escalera, Fernández habría llamado insistentemente a Eduardo Wado de Pedro y Carlos Zannini buscando algún gesto de respaldo. Pero aparentemente durante varios días no le atendieron el teléfono.

En este contexto, podría pensarse que el curtido quilmeño podría optar por tirar la toalla y renunciar a su candidatura. Pero la realidad es más compleja. El entorno presidencial ya habría llegado a la conclusión de que se impondrá Domínguez, y con bastante margen. Pero distintos factores harían necesario que el jefe de gabinete participe de las PASO. Para empezar, el 4 o 5% de votantes que puede sumar Sabbatella no apoyarían nunca a una fórmula que huele a derecha peronista, con Domínguez muy ligado al Vaticano y Espinoza que expresa a la vieja guardia de los barones del conurbano. Metiendo el dedo en la llaga, el presidente de la Cámara de Diputados se ocupa de aclarar que él nunca estuvo denunciado por corrupción, para que todos recuerden que su rival tiene una larga carrera de situaciones turbias y que en el ‘94 terminó su gestión como intendente de Quilmes escapando en el baúl de un auto, porque un juez había ordenado su captura.

Pero lo más grave es el problema de la pelea por los espacios de las boletas en el cuarto oscuro. UNA, que lideran Sergio Massa y José Manuel de la Sota, llevará dos boletas, ya que para gobernador, legisladores nacionales y provinciales, además de intendentes y concejales habrá lista única pero con dos precandidatos a presidente. CAMBIEMOS tiene, para empezar, tres sábanas, las que se encolumnan detrás de Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Pero en las listas provinciales hay secciones donde la triple alianza se fractura en múltiples listas. Así las cosas, en cada cuarto oscuro habría muchas más boletas de la oposición que del Frente para la Victoria, que hoy tendría dos listas provinciales, encabezadas por Fernández y Domínguez, ambas con un solo candidato a presidente. Si el jefe de gabinete no compitiera, la desventaja sería aún mayor, ya que sólo habría una boleta sábana oficialista.

La cuestión de las boletas también tiene otros bemoles que inquietan a la Casa Rosada. Por ejemplo, el hábito de la mayor parte de los intendentes de practicar el juego doble o triple. Esto es, para aumentar sus chances de obtener más concejales, distribuir boletas cortadas con más de un presidente. Se asegura que Jesús Cariglino, intendente massista que va por su reelección, también repartiría sus boletas acompañadas por la de Macri Presidente. En los grandes municipios, los caciques locales del PJ en muchos casos ya tienen acuerdos para repartir parte de sus boletas junto con las de Macri Presidente y hasta Massa Presidente. O sea que los intendentes privilegiarán asegurarse la mayoría en sus consejos deliberantes antes que el triunfo de Scioli, que por otra parte nunca ejerció liderazgo algunos sobre ellos.

Estas jugadas de autoconservación de los intendentes podrían sumarles votos a CAMBIEMOS y UNA, que tienen el grave problema de carecer de una estructura de fiscalización sólida, con excepción de Massa en la Primera Sección Electoral. Por otra parte, los barones del conurbano ya se dieron cuenta de que los líderes de La Cámpora han comprendido que la permanencia en el poder se consigue primero apropiándose de los municipios y que, dentro de cuatro años, si subsisten como factor de decisión, irán por las cabezas de todos ellos. La prueba piloto fue el desplazamiento en 24 horas del intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, que buscaba su reelección, para dejarle el lugar al Secretario de Justicia Julián Domínguez, todo por orden de ella.

El resbalón de Axel

El caso es que el avance de Domínguez y Espinoza -con el apoyo de Martín Insaurralde- y la caída de Aníbal le abren a Scioli la posibilidad de construir un frente peronista que se diferencia de La Cámpora, el Movimiento Evita y Kolina. Una consecuencia altamente negativa para la presidente del acto de rebeldía de Florencio Randazzo, al negarse a aceptar la candidatura a gobernador. Precisamente, Randazzo, previendo que pronto será eyectado del gobierno, se prepararía para reconstruir su aparato político territorial, tal vez con cierta ayuda del sciolismo.

La otra buena noticia para Scioli, un especialista en ganar batallas que no libra, es que Kicillof, que aspira a seguir controlando la política económica, tal vez desde la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, empieza a sufrir un severo desgaste a partir de quedar imputado por actos de corrupción.

El fiscal federal Eduardo Taiano imputó al ministro de Economía, Axel Kicillof, por presunto enriquecimiento ilícito, a raíz del incremento en su patrimonio de 600 mil pesos. La decisión obedece a una denuncia del abogado Santiago Dupuy de Lome. Al impulsar la investigación, el fiscal pidió una batería de medidas de prueba.

La declaración jurada de Kicillof se hizo pública semanas atrás junto a la del resto de los funcionarios del gabinete nacional. Allí, el ministro informó que tiene una casa en la Ciudad y un auto. Pero lo que más incidió en la suba de su capital fue la valorización de las propiedades que posee en Uruguay.

Al impulsar la causa, en el requerimiento que presentó ante el juez Claudio Bonadío, Taiano solicitó una batería de medidas de prueba, el mismo famoso protocolo de investigación que se aplica a las denuncias de este tipo. Entre otras medidas, reclamó a la ANSES que informe desde cuándo Kicillof empezó a percibir sueldo como funcionario nacional o provincial y cuáles son sus antecedentes previsionales.

Además, solicitó que la Oficina Anticorrupción (OA) aporte copia de las declaraciones juradas presentadas por el ministro; y que la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) remita también la presentación de Ganancias y Bienes Personales a su nombre.

A la vez, pidió que el Registro Nacional de Propiedad Inmueble informe sobre propiedades que tiene registradas Kicillof, y que la Dirección Nacional de Registro Nacional de Propiedad Automotor haga lo propio por los vehículos o motocicletas registradas a su nombre. Lo propio hizo con los registros de embarcaciones y Aeronaves.

En paralelo, solicitó al Banco Central que emita una circular a las entidades bancarias y financieras para que informen sobre cuentas o plazos fijos a su nombre.

Kicillof tiene dos lotes y una casa con terreno en el balneario El Ensueño, en donde suele vacacionar. Además invirtió medio millón de pesos en la construcción de un edificio a cargo de la firma G&D Developers SA, que estará frente a la Facultad de Económicas de la UBA.

Resulte grave o no el curso de la denuncia, lo cierto es que las sospechas que ahora pesan sobre el ministro lo debilitan políticamente y le quitan peso en el empresariado para montar el cerco camporista sobre cada decisión de política económica que tome Scioli si llega a la Casa Rosada.

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