Por Guillermo Cherashny.-

Casi todas encuestas de los últimos días demuestran que la situación económica, es decir la suba del dólar, la baja del salario y el aumento del desempleo, sigue estando por encima de las revelaciones de los cuadernos K. En efecto, el desfile de arrepentidos sólo confirma lo que se sabía: que había un sistema de recaudación centralizado que terminaba en Néstor Kirchner y luego en Cristina. Lo que sorprende es la obscenidad de la recaudación con bolsos de dinero, aunque todavía no aparece el dinero. Pero al gobierno le sirve para distraer la atención de los serios problemas económicos y de los aportes truchos de la provincia de Buenos Aires y asumir una centralidad política que había perdido. Pero esa centralidad se da en momentos en que el equipo económico baila en la cubierta del Titanic, ya que debería soltar el tipo de cambio, producir una verdadera licuación de activos que todavía no se produjo y una inflación incontrolable que podría ser mayor si suelta el tipo de cambio. El acuerdo con el FMI tiene una pauta estricta, que es la fiscal, y para la inflación se puede pedir una waiver. Pero los cuadernos de la corrupción K sirven para consolidar el voto propio ante el desmadre económico, como lo demuestra la imponente manifestación en el congreso, donde se reunió una multitud de antikirchneristas a quienes poco les importa si la economía sigue deteriorándose ya que, como dicen en Twitter, «aunque el dólar llegue a 100 pesos y la inflación al 100%, yo voto a Macri”. Este electorado fanático no ve otra alternativa y odia al peronismo y sigue apostando a Cambiemos a pesar del desmadre económico.

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