Por Guillermo Cherashny.-

Todo venía muy bien para Macri después de la exitosa marcha del sábado pasado, que insufló de una postura más dura del presidente y de todo el gabinete frente a la oposición. Hasta que surgió el desplante de Martín Lousteau renunciando a la embajada en los Estados Unidos y su decisión de competir en las próximas elecciones legislativas, lo que sacudió a Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno de CABA, y al vicejefe Diego Santilli, y mucho más a Elisa Carrió, ya que el presidente se vería obligado a elegirla como candidata en Capital y no en la provincia de Buenos Aires, lo que la diputada quería para combatir a las mafias. Carrió debe tomar la decisión sobre en qué distrito puede competir a más tardar el 24 de abril, a diferencia de los demás candidatos de todas las fuerzas principales.

Otras declaraciones le cayeron casi tan mal al presidente de la República, ya que Juan Schiaretti, el gobernador cordobés, uno de los más cercanos al gobierno nacional, criticó duramente la polarización de Cambiemos con la ex presidente y además se quejó de que a su provincia llegan 500 millones de pesos menos por mes por la coparticipación federal, con lo cual ahora no hay duda de que Schiaretti apoyará la candidatura de José Manuel de la Sota a diputado nacional por Córdoba, donde tiene grandes chances de darle una paliza electoral a Cambiemos, que es una bolsa de gatos en esa provincia.

Así las cosas, el presidente y Cambiemos se quedan con un solo aliado en el peronismo: el salteño Juan Manuel Urtubey, de muy poca incidencia en el principal partido opositor.

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