Por Carlos Tórtora.-

La inminente victoria de Cambiemos en Buenos Aires se da en el marco de indicadores económicos en alza que, al menos por ahora, se reflejan poco en el humor social. Como escenografía para el día después del 22 de octubre, el Ministro del Interior Obras y Servicios Públicos Rogelio Frigerio ya anunció que serán convocados los gobernadores a una gran mesa del diálogo sobre la coparticipación. Tal vez paralelamente haya otra mesa de concertación de precios y salarios con el gremialismo y los empresarios. En pleno inicio del ajuste, la Casa Rosada buscaría así que la oposición también asuma los costos. En la dialéctica del palo y la zanahoria, después de la ofensiva contra Juan Pablo “Pata” Medina, el gobierno estudia si le dará impulso en la justicia federal a otros casos de corrupción sindical o utilizará la amenaza como elemento de disuasión para que el sindicalismo tradicional no lance un plan de lucha contra el ajuste. Los casos más sonados en carpeta son Víctor Santamaría, el zar de los porteros, y Luis Roberti, de petroleros privados. Pero algunos creen que el empecinado silencio de Hugo Moyano tendría que ver con otra causa judicial. Cuatro años atrás, falleció Julio Raele, cuya fortuna creciera a partir de los ‘70, primero como asegurador de la UOM y luego, de decenas de gremios. Hace dos años, el entonces titular de la CGT, el metalúrgico Antonio Caló, fue procesado por lavado de dinero vinculado al grupo Raele. Ahora, la puja desatada en el entorno familiar del fallecido Momo Venegas en torno a su sucesión podría destapar los vínculos financieros de éste con Raele y, de paso, también dejar más expuestos los negocios del gremio de camioneros con el Instituto del Seguro que presidía aquél.

Otro dato, de muy distinto origen, es que el Sumo Pontífice, usando un elegante recurso de la diplomacia vaticana, acaba de decirle a Mauricio Macri que no vendrá al país durante lo que resta de su segundo mandato. El vocero vaticano Greg Burke anunció que Francisco no viajará a la Argentina durante el 2018 y, como el trasfondo de esto son las tensiones políticas internas, el verdadero mensaje es que no viajará tampoco en el 2019, cuando el país esté en plena batalla presidencial. Bergoglio pasa a ser, entonces, otro de los representantes de los factores de poder internacionales que quieren ver si Macri consigue la reelección antes de pisar la Quinta de Olivos y bendecirlo.

La erupción del PJ

En lo inmediato y contra lo que podría entenderse como lógico, hay señales de que Cambiemos festejará el 22 pero que simultáneamente distintas figuras del peronismo harán anuncios que significarán, de un modo u otro, que la batalla por el control del PJ se habrá iniciado formalmente. El discreto y cauteloso Juan Manuel Urtubey podría abandonar su bajo perfil para golpear sobre caliente, dándole el adiós a Cristina y proclamando su intención de ser presidente en el 2019. De este modo, al menos mediáticamente, antes de fin de octubre habría ya tres precandidatos presidenciales: Macri, CFK y Urtubey.

Pero el paso al frente de éste no sería la única nota del día después. Eduardo Duhalde, de incesante actividad en las últimas semanas, también anunciaría su candidatura pero en este caso para presidir el PJ bonaerense, lo que también sería una forma de despedir a la ex presidente.

Urtubey y Duhalde no sólo no serían aliados sino más bien lo contrario. El bonaerense apuesta a oficiar otra vez de poder detrás del trono, para ser el gran elector del próximo presidenciable no K y el salteño estaría decidido a liderar una coalición de gobernadores que le cierre el paso a la maniobra de Duhalde. Como prueba de ello, un intendente estrechamente ligado a Urtubey, Gustavo Menéndez (Merlo), ya tiene decido competir con Duhalde y con otros por la presidencia del mayor PJ del país.

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