Por Carlos Tórtora.-

Era previsible que un fenómeno tan importante como la llegada al poder de Jair Bolsonaro tuviera rápida repercusión en la Argentina. Así es que tanto en el oficialismo como en el peronismo empezaron a aflorar vestigios de un discurso de derecha dirigido a captar a un electorado de clase media angustiado por una crisis económica que parece no tener fin y una inseguridad que se agrava día a día. Así es que Miguel Ángel Pichetto pasó de un lenguaje mesurado a reclamar que se eche del país a patadas a los extranjeros que delinquen. Dentro de la misma temática, Patricia Bullrich se pronunció a favor de que la población pueda armarse para defenderse del delito violento. En su afán de colocarse en la cresta de la ola, la ministro olvidó que forma parte de un gobierno que propicia una campaña de desarme que implica que la gente se desprenda de las armas. Mientras Bullrich se posicionaba de este modo para intentar ser la compañera de fórmula de Macri, Jaime Durán Barba salió al cruce del efecto Bolsonaro sosteniendo que la nueva acepción de la izquierda es tender al cambio y las reformas, mientras que la derecha hace un culto del pasado. En otras palabras, que el macrismo se prepara para la campaña electoral intentando contener al menos a parte del electorado progresista.

La sangría macrista

Con diferencia de horas, salieron a la luz dos proyectos presidenciales que, de una manera u otra, pueden ubicarse dentro del efecto Bolsonaro. Alfredo Olmedo, diputado nacional por Salta para todos, que está bastante cerca del peronismo, oficializó el lanzamiento de su candidatura el viernes pasado en un acto que tuvo la forma de una ceremonia evangelista. El discurso de Olmedo se aproximó bastante al del nuevo presidente de Brasil. Olmedo se mostró antiabortista y defensor de la familia, le puso límites a la inmigración y acusó al gobierno de blando a la hora de poner orden. También llamó a defender la sociedad de la disgregación y planteó la defensa del trabajo nacional y los derechos de las minorías.

Distintos sectores del peronismo están en conversaciones con el nuevo candidato, que aspira a aprovechar el estado de asamblea del peronismo que alcanza a sumar diez candidatos presidenciales pero una sola en condiciones de llegar a la segunda vuelta: Cristina Kirchner.

Es una incógnita si Olmedo conseguirá sumar a su campaña a una parte de la dirigencia peronista, pero su aparición seguramente servirá para que no pocos dirigentes justicialistas amenacen con irse con él si sus demandas no son satisfechas por los presidenciables.

Por último, el efecto Bolsonaro también alcanza a un nuevo candidato con un perfil muy distinto al de Olmedo. Se trata del economista José Luis Espert, un implacable crítico de la política económica del gobierno que acaba de sumar para el proyecto electoral a Ricardo Lopez Murphy y a Javier Milei, el economista antisistema que entusiasma a no pocos millennials. Espert se perfila para atraer a los desencantados por el estrepitoso fracaso económico del macrismo. Su candidatura es un desafío a la polarización casi absoluta que intenta el gobierno con CFK.

De lo que no hay duda es de que el más perjudicado en principio por la aparición de Espert y Olmedo es el oficialismo, ya que los desencantados por el macrismo que se identifican con el progresismo tendrían la opción de Margarita Stolbizer, Miguel Lifschitz y Ricardo Alfonsín, en tanto la centroderecha que todavía sigue con Cambiemos podría huir hacia Espert y Olmedo. Habiendo en primer lugar una elección primaria donde cuenta menos el voto útil es posible que la polarización no sea tan fuerte en la misma.

Después todo, será distinto, porque en la primera vuelta sólo tendrían chances de crecer los que queden mejor perfilados en sus primarias.

Share