Por Guillermo Cherashny.-

La comunidad de negocios más conocida como el establishment, o el círculo rojo -como lo llama Mauricio Macri-, y los medios de comunicación -principalmente el Grupo Clarín y La Nación– vieron en la alianza de Macri con Elisa Carrió y Ernesto Sanz la esperanza de terminar con doce años de kirchner-cristinismo. Así fue que estos grupos de presión apostaron a fondo en la Convención Nacional de la UCR realizada en Gualeguaychú por una alianza corta de Macri, Carrió y una mayoría del radicalismo conducida por Sanz. Descartaron entonces a Sergio Massa, quien en agosto del 2013, al ganar la elección bonaerense, liquidó el proyecto reeleccionista de Cristina.

Cuando se agota el tiempo

El caso es que recientemente sectores del establishment empezaron a ver a Massa y su esposa Malena Galmarini como una reedición del matrimonio Kirchner. Entonces, con la colaboración de no pocos encuestadores, sometieron al líder del Frente Renovador a un verdadero bullying electoral, afirmando que estaba tercero y relegado en la carrera presidencial. El caso es que la opinión pública le dio fe a esta campaña. Entonces los bonos y acciones subían exponencialmente en la bolsa local, así como los papeles de bancos y empresas argentinas que cotizan en Wall Street. Era la ilusión de la “ola amarilla”, que nunca vino, y después del domingo pasado sólo restaría el “humo amarillo”. Esto es, que Macri se va quedando con ínfimas posibilidades de alcanzar a Scioli.

Massa, por su parte, sufrió una fuga de votos hacia el gobernador bonaerense, el candidato al cual el establishment quería ganarle y sólo lograron fortalecerlo. Hoy tal vez es tarde para que Massa recupere el segundo lugar en las PASO, aunque tendría mejores chances de lograrlo en la primera vuelta. Claro que en esa instancia puede ser tarde, porque Scioli estaría en condiciones de ganar en la primera vuelta después de estar cerca del 40% en las PASO. Tanto Massa como los radicales Gerardo Morales, José Cano y Luis Naidenoff querían una interna amplia en la cual el tigrense compitiera contra Macri, Carrió y la UCR. Pero ni Macri ni Carrió, ni la comunidad de negocios, ni los medios de comunicación aceptaron esta estrategia, porque pensaron que la “alianza chica” nacida en Gualeguaychú le ganaría a Scioli y entonces lo siguieron desvalorizando a Massa. Después de que la ola amarilla se frenó en Santa Fe con la derrota de Miguel del Sel, el círculo rojo intentó promover a Massa como gobernador de Buenos Aires. Sin embargo, nuevamente Macri y Carrió se opusieron. Llegadas las cosas a este punto, a Scioli sólo le quedaba el obstáculo de ser elegido candidato por el cristinismo, cosa que logró, con lo cual se encontró con el camino al poder allanado. Pese a esto, todavía los encuestadores hablaban de sólo 5 ó 6 puntos a favor de Scioli. Finalmente, el domingo pasado, después del escueto triunfo del PRO en la Capital, finalmente se advirtió que había sobre todo “humo amarillo”. Hoy es tarde para otra cosa y entonces el establishment y los grandes medios de comunicación hacen cola para ser aceptados por Scioli y empiezan a abandonar a Macri y Carrió, los que cosecharon la mezquindad que sembraron.

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