Por Carlos Tórtora.-

Simultáneamente, las dos grandes coaliciones que dominan la política nacional se encaminan hacia su fractura. Ya sin disimulo, Cristina Kirchner exhibe la sigla de Unidad Ciudadana como su estandarte para una hipotética PASO en la que enfrentaría a un supuesto albertismo para dirimir quién se queda con la candidatura presidencial. En general, las encuestas la apoyan, mostrando que su estrategia de parecer opositora da cierto resultado. En La Plata y varios puntos del Gran Buenos Aires pueden verse pintadas de Cristina 2023. La instalación de esta consigna puede ser un seguro de vida para el presidente, ya que es casi imposible que ella quiera defenestrarlo para asumir y ser a la vez candidata a presidente. Una maniobra así generaría repudio y fortalecería a la oposición. Más bien el kirchnerismo buscaría diferenciarse cada vez más del presidente -sin dejar los cargos y menos aún las cajas- promoviendo la idea de que con la vuelta de Cristina vuelve el verdadero peronismo. La gran pregunta es si Alberto realmente está dispuesto a dar batalla electoral. Días atrás, desafió a su vice a una PASO y luego, desde España, aseguró que sería candidato pero luego se echó atrás. Cuenta con escasos aliados, porque a los gobernadores no les interesa que el oficialismo se parta en dos, porque podrían perder en sus provincias. La CGT está con el presidente pero su peso político no es grande y el electorado independiente que podía haber apoyado al presidente está emigrando del apoyo al gobierno hacia Javier Milei, espantado por la implacable inflación y la incertidumbre económica. Todo esto lleva a pensar que el presidente tiene poco como para fracturar el oficialismo: a medida que pasen los meses su poder disminuirá y sus continuas vacilaciones hacen que el peronismo lo mire con desconfianza. Lo más probable, de no haber grandes cambios, es que el poder de Alberto se vaya licuando y que la jefa termine haciendo su voluntad.

Los dos polos

Muy distinto es el caso de JxC, donde existe el riesgo de una fractura real y con fuerzas equivalentes de ambos lados. La foto de Horacio Rodríguez Larreta con los tres gobernadores radicales -Gerardo Morales (Jujuy), Rodolfo Suárez (Mendoza) y Guillermo Valdez (Corrientes)- muestra el polo de poder que se encamina hacia una PASO entre Morales y Larreta. A Macri le ofrecerían simplemente su jubilación y a Patricia Bullrich tal vez la Jefatura de Gobierno porteña. Pero Macri y Bullrich -en una relación con altibajos- tienen otros planes. Por ejemplo, acordar con Milei y hacer con éste una gran PASO de la centro derecha. Ambos proyectos, que pueden concretarse, implican la fractura de la coalición opositora y, además, la eventual ruptura del PRO.

Milei es el factor determinante de esta crisis y el gran ganador en caso de darse esta fractura. En la vereda de Larreta y la UCR se considera que el líder libertario está conjurado con Cristina Kirchner para destruir JxC y hacen circular una grave versión. La misma dice que el diputado porteño de La Libertad Avanza Ramiro Marra, uno de los adláteres de Milei, sería el canal por donde Andrés Larroque estaría derivando elevadas sumas para sustentar la campaña del economista liberal. El larretismo, poco afecto a las denuncias, estaría dispuesto a hacer una excepción con Milei, que se considera invulnerable a este tipo de acusaciones.

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