Por Guillermo Cherashny.-

Si el gobierno buscaba un momento para acordar con los bonistas locales y extranjeros a los cuales el gobierno de Macri los dejó en default virtual, seguramente fue en esta oportunidad. En efecto, algunos podrán decir que lo mejor era arreglar apenas asumía la gestión pero generalmente no se puede elegir. Pero en medio de esta pandemia interminable, con mucho cansancio de la gente, con una economía en brutal caída y después de anunciar una reforma judicial inoportuna, cuando nadie lo esperaba, el gobierno pudo cerrar un acuerdo posible con los bonistas extranjeros. Así se cae el principal argumento de la oposición macrista, cual es que el gobierno de Alberto Fernández se dirigía en camino a Venezuela y que se declaraba en default y que arreglaría con los chinos, con la oposición del gobierno americano, y se acercaba a Nicolás Maduro.

Sucedió todo lo contrario, porque el gobierno de Trump apoyó en todo momento al gobierno argentino y no le molestó en ningún momento su equidistancia en torno a Venezuela, como dijo Claver Carona, el candidato de Trump al BID, señalando que en la Argentina rige una democracia republicana, que es lo que más le importa a Estados Unidos, también en abierta contradicción con lo que dice la oposición, que vocifera que nos gobierna una infectadura.

El silencio de la oposición es muy grande y sólo publicaron un documento oponiéndose a la reforma judicial que lanzó el gobierno la semana pasada y que corría riesgo de no ser aprobada porque los diputados de Córdoba exigían un acuerdo político. Pero ahora, con un acuerdo con los bonistas para salir del default y con el apoyo de los Estados Unidos, se cae el argumento de que la reforma tiene por único objetivo buscar la impunidad de la vicepresidente, porque el acuerdo por la deuda es de tal importancia que los demás asuntos de estado pasan a ser de segundo orden.

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