Por Guillermo Cherashny.-

Apenas asumió, el presidente Macri no quiso hacer un balance de la pesada herencia que recibió, por consejo de Durán Barba y Marcos Peña, con el argumento de que no convenía dar malas noticias y, además, la gente no es tonta y sabe cómo se recibió el gobierno.

Después de seis meses de gobierno, es el propio poder ejecutivo el que no para dar malas noticias sobre aumentos del costo de vida y de tarifas, y se pueden computar como buenas noticias la salida del cepo y el arreglo con los holdouts, que todo el mundo olvidó, porque no llegó la lluvia de inversiones que anunciaron los siete equipos económicos que tiene el gobierno. Y como tuvo que retroceder con las tarifas, no le quedó otra idea que publicar un largo informe sobre la pesada herencia, que encima lo difundió el viernes pasado. Y el fin de semana todo el mundo se olvidó. Entonces se volvió al marketing diciendo que, si hubiera ganado Daniel Scioli, la Argentina sería Venezuela. Y como no es suficiente, asustan con saqueos en el conurbano y con la vuelta de Cristina si este gobierno fracasa.

Esta burda maniobra, que se basa en las acusaciones poco serias de Guillermo Moreno diciendo que ni Videla le sacaba la comida a la gente como hace Macri, y como estas palabras no fueron condenadas por el cristinismo ni el resto de la oposición -que no se las tomó en serio- las sumaron a la vieja declaración de Fernando Espinoza, presidente del PJ bonaerense quien, con su sucesora en la intendencia, Verónica Magario, pararon con un ridículo amparo la suba de las tarifas de gas, luz y agua.

También lo metieron al inefable Luis D’Elía y los cortes de Barrios de pie para asustar con que se vienen los saqueos a los supermercados, que de inmediato tuvo una repercusión favorable de varios medios y algunos periodistas que, para hacerse los informados, ejercen el chupamedismo del gobierno de Macri. Por último, si esto fuera poco, difunden que, si Cambiemos fracasa, vuelve Cristina, en una remake del «yo o caos», que históricamente le salió mal a todos los gobiernos, como el de Alfonsín y el final de cristinismo.

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