Por Guillermo Cherashny.-

La catástrofe electoral del 12 de septiembre pasado se transformó en derrota amplia pero con atenuantes que mejoraron el resultado de las PASO y sin duda la causa fue la campaña del sí de Antoni Gutiérrez Rubí, el asesor catalán que acercó Sergio Massa para coordinar la campaña del Frente de Todos para las elecciones generales del domingo pasado. Esa campaña propositiva consistió en el aumento del mínimo no imponible al impuesto a las ganancias, la moratoria impositiva a las pyme, la condonación de deudas a los clubes de barrio y el ingreso irrestricto del turismo del exterior. Todas estas medidas fueron ayudadas por la movilización de los intendentes peronistas del conurbano, que fueron a buscar a los votantes a sus domicilios, que esta vez concurrieron a emitir el sufragio a favor del Frente de Todos -cuando en las PASO no habían ido- y 450.000 ciudadanos le dieron ese empujón para emparejar la elección de la PBA, cuando la mayoría de los encuestadores daban entre 6 y el 12% para Juntos. Sólo Poliarquía y Aresco dieron una paridad sobre la hora que sorprendió a todos los analistas y políticos de todos los colores, con la excepción de Sergio Massa, quien decía que la elección sería voto a voto.

Esa remontada le sirvió al presidente de la Cámara de Diputados para que el gobierno mantenga la primera minoría en la cámara baja al igualar en 15 legisladores nacionales en la provincia de Buenos Aires. Esta campaña propositiva chocó todos los días con los dislates verbales de Alberto y Aníbal Fernández, que todos los días se pegaban un tiro en los pies, y cuyo último disparate fue decir en el búnker que el miércoles festejarían el triunfo cuando en el país ocurrió una paliza electoral, cuando en realidad el 17 de noviembre se festeja el día del militante en homenaje al regreso del general perón en 1972.

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