Por Carlos Tórtora.-

Era sabido que el financiamiento iba a ser el talón de Aquiles de los partidos. Primero fue el escándalo de los aportantes truchos de Cambiemos y luego la causa de los cuadernos, en la que muchos empresarios, para aligerar sus responsabilidades, dijeron que el pago de sobornos eran en realidad aportes a la campaña del Frente para la Victoria. Dada la magnitud del escándalo, lo primero que resolvieron los grandes grupos económicos fue no involucrarse más en aportar para las campañas electorales. Así las cosas, la extrema austeridad que muestran hasta el momento las campañas es el reflejo del repliegue empresario. El caso es que la publicidad en la vía pública se hace notar por su ausencia.

Ahogo financiero

En medio de este ajuste, una insólita actitud del Ministerio del Interior y Transporte vino a complicar aún más las cosas. La Dirección Nacional Electoral no depositó en tiempo y forma ni los fondos de campaña ni el dinero para la impresión de boletas que componen el aporte público a los partidos. De acuerdo a la normativa vigente, los fondos en cuestión deben ser girados a los partidos como máximo 10 días después de la oficialización de las listas, plazo largamente vencido. De más está decir que este desfinanciamiento afecta sobre todo a los partidos chicos y de ningún modo al Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Ayer a la tarde, corría la información de que ya se habían presentado más de un amparo exigiendo el pago inmediato de los fondos. El ministerio del interior argumenta a todo esto que la razón del atraso es que la Cámara Nacional Electoral tiene pendiente de resolver los expedientes de ocho partidos que plantean distintas cuestiones sobre los aportes.

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