Por Guillermo Cherashny.-

El viernes de la semana pasada, el periodista Carlos Pagni -quizás uno de los más informados del país- dijo en un video del portal de La Nación que el gobierno reconocía que estaba en crisis, que le faltaba política y que Macri pensaba convocar a Ernesto Sanz para ocupar un ministerio o la Secretaría General de la Presidencia.

En efecto, Macri es consciente de que el correo, la baja de las jubilaciones, la suspensión del pago en cuotas, Avianca y Odebrecht, por citar algunos de los problemas del mes de febrero a los que se agregaron en marzo las impresionantes movilizaciones de docentes del lunes y la de la CGT y movimientos sociales del martes, demostraron que hay mucho descontento social, que el consumo sigue para abajo y que la gente no cree que la recesión ya terminó, como dijo Nicolás Dujovne, el ministro de hacienda.

Y mucho peor fue la frase de Javier González Fraga: «hay que endeudarse en pesos porque habrá atraso cambiario por muchos años». La gravedad de esta afirmación por parte de un funcionario no se vio nunca, ya que ningún oficialista reconoce que hay atraso cambiario. Los que lo pueden decir son los analistas económicos, o sea, los gurúes de la city, que hablan del tema y con razón dicen que es muy difícil salir del atraso del tipo cambio. Pero el presidente del Nación no puede ufanarse de una política que conlleva la destrucción de la economía nacional, más teniendo en cuenta que en sus antecedentes siempre condenó la convertibilidad o el tipo de cambio fijo, como existe hoy, dadas las altas tasas de interés.

Al no arrancar la economía, el presidente está preocupado por la caída de su imagen y la de su gestión en el conurbano, donde vive el 70% de los votantes de la provincia de Buenos Aires. Y como para el gobierno Buenos Aires es la madre de todas las batallas, si la gente no siente la mejora de la economía y Cambiemos pierde en la PBA, será un duro golpe que generará una crisis mayor a la que sufre el gobierno en este momento.

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