Por Guillermo Cherashny.-

Pese a que el testigo Santana es poco creíble y fue plantado por Verbitsky y el CELS para probar que la Gendarmería secuestró con vida a Maldonado, el gobierno -caídas todas las hipótesis de desaparición voluntaria- se orienta a reconocer que a algunos gendarmes se les fue la mano al repeler una agresión muy dura del RAM.

Confirmado que el jefe de asesores de Bullrich comandó el operativo, ya no dudan que la ministra se apuró en bancar a la Gendarmería, aunque no esperaba la reacción local e internacional que se produjo en los países occidentales como los Estados Unidos y Europa.

El problema es que no hay pruebas de que los gendarmes se «cargaron» a Maldonado pero esperan un arrepentido o un cotejo de los celulares de los escuadrones que actuaron en esa emergencia.

Bullrich se mantiene en su posición original y no quiere saber nada con purgas en la fuerza por el éxito en la lucha contra el narcotráfico. Pero aunque Santana sea descalificado, nadie serio en el país y en el exterior se creerá la hipótesis de que Maldonado se recluyó voluntariamente y el RAM y los K lo instalaron como una desaparición forzosa.

Si el gobierno no hace nada, quedará para siempre la idea de que Santiago Maldonado desapareció en un operativo represivo que llevará Macri en toda su vida política.

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