Por Guillermo Cherashny.-

El próximo 5 de julio el PRO tendrá posibilidades de ganar en la primera vuelta en Capital, ya que el domingo pasado obtuvo casi un 48% sin que Mauricio Macri figurara en la boleta. Este triunfo resonante no le asegura todavía que pueda polarizar con éxito con Daniel Scioli -y hablamos de éxito porque hasta ahora, para los cuestionados encuestadores, la polarización ya existe. Llegado el caso de un ballotage Macri-Scioli, muchos analistas opinan que éste ganaría en segunda vuelta por la escasa inserción del PRO en la provincia de Buenos Aires y especialmente en el segundo y tercer cordón del conurbano. De ahí que el establishment presione para que Macri le ceda la candidatura a gobernador a Sergio Massa. Una hipótesis casi imposible hoy día por varias razones: Macri no lo quiere hacer y Massa seguiría con su carrera presidencial. Y hasta es posible que antes que pactar con Macri se vaya a su casa y deje que Scioli se convierta en presidente. De ser éste el final, sería difícil en el futuro que Macri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz encuentren otra magnífica oportunidad como tienen ahora de derrotar al cristinismo. En cambio Massa, con 42 años, podría esperar al 2017 para presentarse como senador por la provincia de Buenos Aires.

Falsa polarización

La soberbia de Macri y las denuncias de Carrió, que acusa al tigrense de estar vinculado al narcotráfico, hacen hoy imposible un acuerdo con una interna amplia y también obstruyen la posibilidad de mínima: que Massa se baje de la presidencial y se presente a gobernador.

El nuevo acuerdo en gestación de Massa con José Manuel de la Sota y los hermanos Rodríguez Saá le permitiría al primero extenderse hacia Córdoba y Cuyo, donde está flojo de papeles. Pero para ello debe dejar atrás su estrategia de renovación transversal y abrazar al peronismo ortodoxo. Esta posible interna del peronismo federal puede verse favorecida si la presidente se empecina en imponer otro Recalde como candidato en algún distrito importante o bien digitar a Axel Kicillof como vicepresidente de Daniel Scioli, que dudará en aceptar esa pesada mochilla que CFK le quiere imponer pero, como siempre, terminaría aceptándola. Se supone, a todo esto, que la presidente y su hijo Máximo no están pensando en suicidarse y que la candidatura de Mariano Recalde es solamente testimonial, en la creencia de que tenían el segundo puesto asegurado detrás del PRO porque Elisa Carrió no estaba en la boleta de ECO. Esta nueva coalición parecía más débil que UNEN pero, aunque obtuvo menos votos que en el 2013, le bastó para dejar tercero al Frente para la Victoria porteño, que tampoco tenía a Daniel Filmus en su boleta, lo que hubiera garantizado una elección de entre 23 y 27%.

En la Capital votó el 70% y de este modo el distrito sólo asegura el 7% del padrón nacional. Macri puede obtener el 60% para presidente, o sea que sólo tendría el 4% a nivel nacional, que sumado al 3,5% que obtendría en Santa Fe y un 4% estimado en Córdoba, necesitaría para triunfar asegurarse cerca del 30% de los votos de la provincia de Buenos Aires, que aporta un 38% del electorado total. Sin embargo, por su alto nivel de asistencia, en la realidad efectiva aporta el 42% del total, por lo cual Macri todavía estaría lejos de polarizar con éxito contra Scioli.

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