Por Carlos Tórtora.-

Desde su convalecencia del Covid-19, Alberto se hizo tiempo para proclamar la inocencia de Cristina Kirchner a los cuatro vientos y el clima de confrontación con la oposición iba en aumento pero de repente apareció el diálogo. El encargado de poner paños fríos fue el ministro del interior, Eduardo Wado de Pedro, que les propuso a los jefes de los bloques legislativos de Juntos por el Cambio dos acuerdos. El primero, para sancionar una ley que postergue por un mes las PASO y las elecciones generales y el segundo para crear -también por ley- una comisión de seguimiento de la lucha contra la pandemia. La postergación de las PASO para septiembre le da al gobierno algunas semanas más para mejorar el clima económico y a Juntos por el Cambio le suma tiempo para cerrar su complicada interna. Ambos ganan algo, aunque hay que adicionarle al gobierno que también gana la imagen de contar con una oposición concesiva. Más se nota esta tendencia en el caso de la comisión de seguimiento de la pandemia, donde opositores y oficialistas deberán coexistir diariamente y, naturalmente, limar asperezas. Una parte de Juntos por el Cambio, la que responde a Patricia Bullrich, cuestionó la nueva tendencia acuerdista y piensa que el gobierno ha comenzado una maniobra para descargar responsabilidades en la oposición.

Con olor a crisis

Hay diversas razones para suponer que el oficialismo ha comenzado un abrazo del oso de la oposición. Para empezar, no hay argumento alguno que demuestre que las actuales medidas restrictivas por la pandemia vayan a obtener grandes resultados en apenas tres semanas. Si no lo hacen, Alberto las prorrogaría, porque en caso contrario debería admitir su fracaso. Y la prórroga, en una sociedad agotada por casi un año de cuarentena, sería probablemente muy conflictiva. Por otra parte, la escasez de vacunas se agudizó y queda más a la vista la ineficiencia de las negociaciones realizadas, lo que el gobierno pretende ahora diluir autorizando, por ejemplo, a Horacio Rodríguez Larreta para que gestione compras de vacunas por su cuenta. En la Casa Rosada pensarían que una escalada de casos “a la brasileña” colocaría al oficialismo en una cornisa de la cual sólo saldrían mediante un rápido descenso de los casos o bien contando con una oposición moderada.

¿Está Juntos por el Cambio dispuesta a asociarse al gobierno en estas circunstancias? Todo indica que los riesgos de quedar pegados al kirchnerismo con este panorama son muy elevados. Es cierto que las mediciones señalan que una mayoría aprueba las nuevas medidas, pero es sabida la volatilidad de la opinión pública en estos temas y, como el año pasado, pasó en pocas semanas del apoyo incondicional a Alberto a su mayor descrédito.

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