Por Carlos Tórtora.-

En su esfuerzo por retomar la iniciativa política, el gobierno lanzó una batería de globos de ensayo, como por ejemplo que muchos de los actuales ministros serían candidatos a legisladores el año que viene. Este tema se vincula a la idea lanzada en la mesa chica del PRO por Jaime Durán Barba sobre que se acerca el momento de patear el tablero y cambiarle la cara al gobierno. Algo que no va con las preferencias conservadoras de Mauricio Macri. Precisamente en la famosa mesa chica es donde se están dando discusiones de creciente voltaje. Llama la atención, por ejemplo, que en la misma se siente ahora Santiago Nieto, socio de Durán Barba y, para muchos, el cerebro del cerebro. El centro de la mayor parte de las tensiones es el jefe del gabinete de ministros Marcos Peña, a quien muchos le cuestionan que no ejerza sus funciones, ya que el gabinete sigue desarticulado. Peña es en realidad el eje de la comunicación social y lidera el proyecto de hegemonizar la opinión pública a través de las redes sociales, con absoluta convicción de que éstas -siguiendo el caso de Podemos en España- terminarán por desarticular lo que queda de los aparatos partidarios tradicionales volcando la juventud hacia el oficialismo. Una especie de gramscismo menos cargado de hoces y martillos que el de CFK, pero gramscismo al fin.

En el extremo opuesto de Peña está María Eugenia Vidal, que practica la más tradicional realpolitik: una imagen populista fuerte y bien actuada sumada a la captación de la masa de los intendentes peronistas para ganar Buenos Aires y con ello disimular la flojedad que puede llegar a exhibir el PRO en muchas provincias chicas y medianas. En la famosa mesa, Horacio Rodríguez Larreta coincide con Vidal, pero su opción pasa por municipalizar su gestión para sustraerla a los embates de la política nacional. El temor que el Jefe de Gobierno comparte con Macri es que Martín Lousteau, hoy embajador en los EEUU, se deje entusiasmar por ciertos amigos y opte por presentarse para diputado el año que viene, lo que obligaría al PRO a recurrir a Elisa Carrió como primera candidata a Diputada Nacional, convirtiéndola en la salvadora del PRO y dándole demasiado juego.

En realidad, la única variable que realmente definiría el panorama electoral es si habrá una reactivación económica sostenida y, sobre todo, cuándo se instalará este veranito. Objetivamente, la reactivación argentina está condicionada por múltiples factores que van a transformar el escenario internacional. ¿Cómo impactaría, por ejemplo, un triunfo en noviembre de Donald Trump? ¿Habrá una nueva crisis europea? El Deutsche Bank ha perdido la mitad de su valor de mercado este año, han caído sus ganancias, y ello ha causado pánico entre los inversionistas. El pánico alcanzó niveles febriles esta semana, con las acciones del banco en su nivel más bajo, ante los temores de que el banco no fuera capaz de responder a una enorme multa de parte de las autoridades estadounidenses por la venta indebida de bonos hipotecarios hace una década.

Los medios alemanes han dicho que la situación es tan grave que el gobierno alemán considera un posible rescate financiero, pero esos reportes fueron negados tanto por el gobierno como por las autoridades del banco.

Significativo para la economía local es también si el 15, en Santa Marta, Francisco y Macri achicarán la distancia que los viene separando. Los voceros de la curia local son prudentes. El Papa es un recopilador obsesivo de información sobre la realidad nacional y hay fuertes indicios de que a partir de noviembre podría comenzar un plan de agitación social con saqueos impulsado por grupos de izquierda y del ultracristinismo. ¿Sus razones? La necesidad de dejar malherido al gobierno de Macri antes de que consiga instalar un veranito económico y desguace entonces del todo al peronismo. Si esto ocurriera, el Vaticano preferiría seguir distante del gobierno para no sufrir los costos políticos de un incendio local.

Cuando no alcanza

A todo esto, el blanqueo, que fuera la gran carta ganadora del gobierno, aparece hoy minimizado por las usinas oficiales, como una señal de que las cosas no van bien. Un cálculo moderado indica que la mejoría económica podría sentirse en serio recién en el segundo semestre del 2017. Por eso el macrismo quiere en la reforma electoral algo que no puede, porque no llega a los dos tercios de los dos votos necesarios. A duras penas está imponiendo la boleta electrónica pero su gran objetivo es la supresión de las PASO. ¿Por qué? Las mismas funcionan como una especie de primera vuelta de facto y marcan el rumbo de la elección general. Con PASO a mitad de año, CAMBIEMOS enfrentaría tal vez un clima económico todavía frío. Pero sin las primarias obligatorias, con elecciones internas en cada partido que pasarían medio desapercibidas, toda la expectativa se mudaría a octubre, cuando teóricamente la situación económica sería mejor.

Pero este objetivo está lejos. Miguel Ángel Pichetto, Adolfo Rodríguez Saá y sectores massistas hablan entres bastidores pero es difícil que expliciten su apoyo a una jugada tan obvia.

Mientras tanto, las pocas encuestas que circulan siguen mostrando la volatilidad reinante. Sergio Massa está en baja. No se sabe si porque su ambigüedad entre el rol de opositor y de garante de la gobernabilidad no da para más. CFK, mientras tanto, está en alza y esto alegra en Balcarce 50. El kirchnerismo es una herencia maldita para el peronismo que, mientras esté vigente y presentando candidatos, impedirá que el PJ muestre una imagen de futuro y lo dejará atado, en cambio, a lo peor de su pasado.

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