Por Carlos Tórtora.-

Son varias las amenazas que el macrismo recibe desde la franja de sus aliados. La primera y más obvia esta semana es la decisión de jugar al borde de la ruptura, cuando del cuestionamiento al Ministro de Justicia Germán Garavano pasó directamente a criticar a Macri.

La segunda amenaza es el creciente clima de disconformidad con la Casa Rosada que reina en la UCR, donde se habla de presentar lista propia en varios distritos cuando no de disputarle a Macri la presidencia en la primaria de Cambiemos. Esta segunda amenaza tiene que ver con el desarrollo de la tercera: la nueva coalición que encabezan Margarita Stolbizer, el gobernador santafesino Miguel Miguel Lifschitz y los radicales disidentes.

Empezando por Carrió, ésta especula con crecer políticamente como la fiscal política del gobierno, sabiendo que nada le sobra al oficialismo en materia de votos y que si la Coalición Cívica se alejara de Macri los 2 0 ó 3 puntos que perdería Cambiemos son críticos. Carrió sigue firme en su estrategia de marcar distancia porque estaría convencida de que, si es reelecto, Macri se sentaría a acordar la gobernabilidad con el justicialismo para evitar el aislamiento del gobierno. En las filas del Peronismo Federal ya se habla de candidatos peronistas a ministros con nombre y apellido. Otro punto de fricción con la líder de la Coalición Cívica es que Macri, acuciado por las encuestas que lo muestran débil, blanquea su dependencia de María Eugenia Vidal obligándola a ser su compañera de fórmula. Esto significaría también un paso hacia un acuerdo con el peronismo.

En lo inmediato, Carrió seguiría su embestida contra el lobby radical macrista en la justicia, incluyendo por supuesto a Daniel Angelici y Enrique Nosiglia, cuya histórica relación con Luis Barrionuevo también le preocupa.

En cuanto a la UCR, Alfredo Cornejo quiere evitar que la ruptura partidaria de Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella y Federico Storani se convierta en una brecha profunda gracias a la complacencia de la UCR con el aumento. La dura reacción contra el aumento retroactivo del gas por parte de la conducción radical fue en un tono mucho más decidido que cuando el año pasado los radicales criticaron los aumentos de los servicios públicos.

No es un secreto que el centenario partido pretendería un gesto de reconocimiento por parte de Macri. Por ejemplo, que su candidato a vicepresidente sea Cornejo.

Por último, el frente en formación compuesto por el Socialismo, el GEN y el alfonsinismo podría absorber votos radicales y hasta del PRO si para presidente llevara a una estrella en ascenso: Martín Lousteau. Éste sabe que no es su turno de ganar pero sí de colocarse como un presidencial serio para el 2023, cuando el PRO podría estar agotado. Lousteau es, en definitiva, un aliado involuntario de Cristina Kirchner, por su capacidad potencial de captar votos que hoy son del oficialismo.

La sombra de Bolsonaro

Ante estas complicaciones que se ven venir el macrismo, urgido por la necesidad de que se apruebe el presupuesto, también está elaborando reacciones políticas. Una de ellas, adelantada por este medio, sería el lanzamiento de Patricia Bullrich como vicepresidenciable pero con un perfil similar al de Jair Bolsonaro. O sea, una línea dura en materia de seguridad y justicia que buscaría captar a la amplia franja de la clase media desilusionada con la Casa Rosada. La ministro de seguridad deberá atravesar en pocas semanas más una prueba de fuego como responsable local de la seguridad de la cumbre del G 20.

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