Por Carlos Tórtora.-

Algunas certezas se van abriendo paso en un escenario político caracterizado por la incertidumbre. La primera y más obvia es que el gobierno va a enfrentar una realidad electoral adversa con las herramientas económicas del populismo. Paradójicamente, si consigue un éxito aunque sea parcial, se lo deberá a un Plan Otoño que bien podría haber firmado Cristina Kirchner. La segunda certeza que se abre paso es que, pese a su persistente caída en las encuestas, Macri será candidato a presidente. Su renuncia a la candidatura, a esta altura de los hechos, generaría una crisis interna que Cambiemos difícilmente soportaría.

La otra certeza que se va imponiendo es que CFK también será candidata. No sólo las encuestas a su favor la empujan -sobre todo la última de Isonomía, que le da 9 puntos de ventaja en el ballotage- sino que desde que se la ve ganadora, hay una incipiente desaceleración de varios de los procesos que se le siguen por corrupción. Se trata del cumplimiento de un teorema que los jueces de Comodoro Py siguen al pie de la letra: la investigación de la corrupción de un político es directamente proporcional a la distancia de éste con el poder.

Parece claro que la única salida definitiva de la madeja de causas que comprometen a CFK pasa por su retorno al poder.

Las definiciones que faltan

Con el macrismo jugando sus últimas cartas para que la inflación no le ahuyente los votantes indecisos, la oposición peronista se enfrenta a una realidad: hay un exceso de candidatos. Tal vez la posición de mayor valor estratégico la ocupe hoy Sergio Massa. Un acuerdo de éste con Cristina para ser candidato a gobernador de una alianza entre cristinistas y renovadores podría colocar a María Eugenia Vidal al borde de la derrota. Otra posibilidad: una renuncia de Massa a ser candidato a presidente aumentaría el caudal de Roberto Lavagna que, hoy por hoy, depende de los radicales para contar con estructuras territoriales en la provincia de Buenos Aires. Por el momento, Massa mantiene su candidatura presidencial y, de seguir con ella, podría fortalecerse si le gana la primaria de Alternativa Federal a Juan Manuel Urtubey. Esto ante un Lavagna que no acepta pasar por el filtro del voto popular. Su mayor esperanza, el renunciamiento de Cristina, se va diluyendo y sus posibilidades de llegar al ballotage son pequeñas.

Otro de los interrogantes que pueden inclinar la balanza es si la UCR finalmente se fracturara a partir de que se reúna el mes que viene su Convención Nacional. El Plan Otoño también fue pensado para atenuar la crisis radical y evitar una ruptura que por el momento parece inevitable. Con el radicalismo en ebullición, Elisa Carrió eligió lucir como la aliada más confiable del gobierno y apareció para recomendarle a la gente que no se aferre a soluciones del pasado.

Da la sensación de que el macrismo jugó con las medidas sus últimas cartas para mantenerse en el poder.

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