Por Carlos Tórtora.-

Alberto Fernández se prepara para subirse al tren de los mandatarios que están pautando la apertura de sus economías. El caso argentino tiene sus particularidades. Al ser bajo el índice de contagiados y muertos por coronavirus, cualquier repunte de la enfermedad que se produzca si se distiende la actual cuarentena podría significar una derrota política para la Casa Rosada. De hecho, no hay señales de un pico en el crecimiento de casos sino que se mantiene una curva aplanada con un crecimiento lento. Es así que Alberto está ante un nuevo dilema: si empieza a desmontar el aislamiento social y abre la industria y el comercio en forma escalonada, se arriesga a sufrir algún rebrote de la pandemia. Pero si no lo hace, la caída económica será cada vez más difícil de recuperar, sumada al riesgo de inminente default. Obviamente, la idea central del oficialismo pasa por una salida gradual de la cuarentena que le permita ir corrigiendo el rumbo. Claro está que este gradualismo retrasaría peligrosamente la recuperación de la actividad económica a niveles semejantes a los de marzo pasado.

A esto se le suma el creciente malestar de la población que sufre la cuarentena. El tono de malhumor social se plasmó en el cacerolazo del jueves pasado contra la liberación de los presos.

En medio de esta encrucijada, el presidente se hizo tiempo para renovar su pacto societario con Cristina Kirchner. La prueba fue la llegada de la camporista Fernanda Raverta a la titularidad de la ANSES, con lo cual La Cámpora completa el control de las cajas sociales, ya que administra el PAMI con Luana Volnovich.

Sin oposición

La salida del aislamiento social promete ser tan complicada y peligrosa como la primera etapa de la crisis de la pandemia. El gobierno cuenta a su favor con varios factores. Para empezar, las encuestas hoy le siguen dando alto. En segundo lugar, no se registra una actividad opositora capaz de capitalizar los flancos débiles del oficialismo. El actual perfil alto de Horacio Rodríguez Larreta se identifica más bien con su rol de asociado a la estrategia del oficialismo para sobrellevar la crisis. Curiosamente, Mauricio Macri dejó pasar la oportunidad de criticar al oficialismo por el desborde judicial con la liberación de los presos. Un tercer factor favorable al gobierno es que los gobernadores están pegados al rumbo de la Casa Rosada y en algunos casos, como Axel Kicillof, Omar Perotti y Juan Schiaretti, le hacen el favor a Alberto de ser más duros que él con relación al mantenimiento de la cuarentena.

En materia de advertencias, hay que destacar las voces de Miguel Ángel Broda, Ricardo Arriazu y Carlos Melconian, que coincidieron en el alerta por la inminente oleada inflacionaria que provocará la mayor emisión y por los efectos de la paralización económica que causa el aislamiento social.

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