Por Sebastián Dumont.-

La figura de Francisco, el “Papa Peronista” como lo llamó Miguel Ángel De Renzis en su libro, aparece como la figura que permite poner bajo su ala los más diversos acuerdos que puedan darse en la política argentina. Su aura posibilita aquello que es difícil de explicar en el terreno local, tenga su razón de ser. Ahora, se agita el acuerdo entre el ex ministro de interior y transporte, Florencio Randazzo con el ex presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Julián Domínguez. Ambos históricos rivales en la cuarta sección electoral. El viaje de Randazzo al Vaticano agita las aguas y se especula con su lanzamiento, para regocijo del Grupo Esmeralda y de la CGT que espera una opción mejor que Cristina Kirchner.

Julián Domínguez declaró hace unos días atrás que no le importaba lo que hiciera Cristina Kirchner y se lanzaría como candidato a diputado. Además, reconoció que está hablando con Florencio Randazzo. Es más, se habla de un acuerdo sellado hace por lo menos seis meses. Ahora aquello podría cristalizarse con mayor claridad. Domínguez, hombre de Chacabuco, se lo vincula con el Papa Francisco. Justamente allí ha viajado Florencio Randazzo. Al Vaticano, el paraguas ideal para explicar todo tipo de acuerdo. En definitiva, quien podrá negarse a un pedido de su santidad.

Mientras se define el lanzamiento del ex ministro del interior -puesto en duda por la existencia de supuestas carpetas por su paso en el área de transporte- se prepara una cumbre peronista en San Vicente para recordar un nuevo aniversario del triunfo de Juan Domingo Perón por primera vez en el año 1946. Hablan de darle lugar a todos. Pero no todos están de acuerdo, como ya sucedió en la frustrada cumbre de Santa Teresita, donde el factor de la desunión en el apoya a la cuestión judicial que afronta la ex presidente Cristina Kirchner.

Los más reacios son los integrantes del grupo Esmeralda, que a su vez son los impulsores de Randazzo. El tema que en sus distritos, Cristina mide y el ex ministro todavía no. Claro que la imagen negativa de uno u otro son muy distintas.

Otro dato es que en esa idea converge la CGT quien recibió a los alcaldes esta semana y estos se comprometieron a apoyar la marcha de los trabajadores del día 7. La cúpula del movimiento obrero está compuesta por tres hombres, dos de extrema cercanía con Sergio Massa, quien tras reunirse con ellos, apoyará el reclamo del super martes 7 donde también debe ir a Comodoro Py Cristina Kirchner.

Como se ve, un sector del peronismo trata de desmarcase del cristinismo y busca la “esperanza blanca” de Randazzo para que los guíe a la construcción de un espacio nuevo. La ebullición es permanente y las incógnitas aún mucho más. Como sea, pensar en la unidad es difícil. Ni siquiera el movimiento obrero la conseguirá por ahora, ya que el brazo político de él, que son las 62 organizaciones peronistas se reordenará el viernes de la mano del Momo Venegas, hoy aliado del gobierno de Cambiemos.

Por ello, una vez más, entra en escena el factor Francisco. Quizá el único que, aunque sea invocándolo, pueda explicar los movimientos que son bastante difíciles de entender.

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