Por Carlos Tórtora.-

Por razones complejas, distintos indicadores coinciden en señalar que Cristina Kirchner se ha replegado en el tablero político. Si bien las listas de candidatos están tapizadas de kirchneristas duros, es obvio que el presidente consiguió levantar cabeza, al ser las dos cabezas de lista para diputados nacionales de Buenos Aires y Capital -Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro- estrechos allegados suyos. También reforzó la imagen presidencial la designación de Juan Zabaleta, un amigo de Alberto, como Ministro de Desarrollo Social. No es menos cierto que la rebelión de Agustín Rossi en Santa Fe no dejó bien parada a la vicepresidenta y que el próximo Ministro de Defensa sería otro amigo de Alberto.

Continuando con este giro no cristinista, está la reunión de AF con el Asesor de Seguridad Nacional de Joe Biden, Jake Sullivan. En la misma, el presidente transmitió el agradecimiento a su par de Washington por la donación de 3 millones de vacunas de Moderna. Otro hecho: la reciente compra de 20 millones de dosis a Pfizer atenuó el hasta entonces firme alineamiento de la Casa Rosada con la estrategia comercial de Moscú.

En síntesis, puede decirse que Alberto, jaqueado por el Olivosgate y otras cuestiones, consiguió, sin embargo, aumentar su cuota de poder sin que esto haya significado un enfrentamiento con CFK y más bien pareciendo un paso atrás de esta última.

¿Puede ser este paso atrás de Cristina una táctica electoral para captar a los sectores más moderados? De ser así, la misma implicaría que presidente y vice están actuando con la máxima coordinación, lo que hasta ahora era difícil de creer. La casi totalidad de los consultores y analistas coinciden en que el Frente de Todos se posicionara mejor si la vicepresidenta interviene poco y nada en la campaña, acompañando con algunas apariciones esporádicas para satisfacer al núcleo duro de votantes K.

No es menos cierto que mantener este equilibrio hasta mediados de noviembre no será fácil.

Balconeando desde Europa

Con una situación totalmente distinta, también Mauricio Macri se destaca hoy por su retroceso en la arena política. El ex presidente prolongó su estadía en Europa a partir de que se sumó a los argentinos varados en el exterior. Pero más que su ausencia lo que se destaca es su silencio, que ya dura dos semanas. En el PRO hay quienes señalan que existiría un acuerdo reservado con Horacio Rodríguez Larreta para que Macri se mantenga fuera de la campaña electoral de Juntos por el Cambio. De ser así, las consecuencias podrían ser varias. Si la coalición opositora triunfa, Larreta se alzaría como el padre de esta victoria. Pero si gana el kirchnerismo, Macri podría reaparecer con fuerza, invocando que él se corrió a un costado, dejó hacer y los resultados no fueron buenos. El ex presidente relojea la situación con un ojo puesto en las causas judiciales que lo afectan. Un estallido del Boliviagate, por ejemplo, podría convertirlo en un protagonista involuntario de la campaña electoral. Si la investigación del envío de material antitumultos al gobierno de Bolivia, en medio del derrocamiento de Evo Morales, deriva en la citación a Macri en medio de la campaña electoral, todo el panorama cambiaría. Para el gobierno, la posibilidad de colocar a la oposición a la defensiva es una oportunidad difícil de desperdiciar.

A todo esto, algunos de los que se comunican con Macri actualmente reflejan que éste se encuentra resentido por la forma “parricida” con la que Larreta tomó el mando y se hizo cargo del PRO sin consensuar más que lo indispensable.

Los mismos conocedores de Macri interpretan que éste estaría convencido de que el Frente de Todos conseguirá una ajustada diferencia a favor en Buenos Aires aunque no consiga las suficientes bancas como para obtener el quorum propio en Diputados. De ser así, se abriría en la oposición un estado deliberativo que favorecería la reaparición del fundador del PRO.

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