Por Carlos Tórtora.-

La convocatoria -prevista para el próximo 24- de la Mesa Política del Frente de Todos mostraría un nuevo esquema de poder bipolar en el oficialismo. Por un lado, los gobernadores, el presidente y el Ministro de Economía y, por el otro, la vicepresidenta. Esta última conservaría a partir de ahora el poder de veto sobre las decisiones de la Mesa Política.

La primera gran cuestión para el debate del oficialismo es si se deben realizar unas PASO con lista única o con varias listas. Alberto Fernández es partidario de esto último y sigue enarbolando su reelección con vista aparentemente a disimular su creciente pérdida de poder a medida que se acerca el fin de su mandato. La matriz del peronismo consiste en la lista única y ésta es la fórmula que siempre defendió Cristina Kirchner. Pero los tiempos cambian. La construcción electoral del peronismo hoy está invertida: se arma desde abajo y no desde la existencia de un candidato indiscutible. Hoy el peronismo descansa en el poder electoral de Buenos Aires y en la ventaja que Axel Kicillof lleva en las encuestas. Pero con esto no alcanza para ganar. Necesita mejorar en las provincias grandes -Santa Fe, Córdoba y Mendoza- donde JxC tiene importantes baluartes.

El dilema

Todas las elucubraciones sobre las PASO que puedan hacerse no pueden disimular la gravedad del problema central: si hay ballotage, el peronismo estaría hoy por hoy condenado a perder ante el seguro corrimiento de los votantes de Javier Milei hacia JxC. La única solución para el peronismo es llegar al 40% de los votos y que JxC no supere el 30%, con lo cual no habría segunda vuelta.

Sólo un éxito económico espectacular de Massa podría provocar semejante vuelco. Pero la realidad muestra una inflación rebelde acompañada por la crecida del dólar. Hoy por hoy, nada hace pensar en un milagro económico y en este contexto lo más que puede darse es un empate técnico que derivaría en una segunda vuelta. ¿Está el peronismo condenado a una retirada al territorio bonaerense? Hoy por hoy es así y esto paradójicamente reforzaría el poder de CFK como dueña del principal distrito.

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