Por Carlos Tórtora.-

El cónclave de nueve gobernadores peronistas más Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto dejó abiertas tantas expectativas como dudas, como viene ocurriendo con cada presentación del Peronismo Federal. Para empezar, la reunión en la Casa de Entre Ríos casi monopolizó al peronismo anti K, ya que horas antes, en el gremio gastronómico e invitado por Luis Barrionuevo, Roberto Lavagna volvió a mostrarse como el candidato ordenador de la interna peronista.

Un común denominador de los gobernadores autoconvocados es que prácticamente todos ellos se encaminan a convocar a elecciones desdobladas de las nacionales. Esto tiene una doble lectura. Por un lado, es obvio que el macrismo se beneficia con que el peso de los aparatos provinciales del PJ no se sienta en la elección nacional. Este reaseguro de los mandatarios ellos lo justifican sosteniendo que así se verá una secuencia de victorias peronistas.

Lo cierto es que, si Cristina Kirchner lograra volver a la presidencia, se encontraría con un elenco de gobernadores partidarios que buscaron eludir todo compromiso con ella.

Final siempre abierto

Lo cierto es que el cónclave en la Casa de Entre Ríos pareció una invitación entre líneas para que la ex presidente se siente a conversar, entre otras cosas, sobre la posibilidad de dar un paso al costado. En tanto ello no ocurra, en lo electoral el peronismo federal parece circunscripto a una pulseada de Massa con el eje Urtubey-Pichetto. Ambos hoy miden como para un honroso tercer puesto que garantizará una importante cosecha de diputados nacionales pero que de ningún modo alcanzaría para romper la polarización entre Macri y CFK. En otras palabras, que este mosaico del Peronismo Federal parece hoy estancado alrededor de sus limitaciones como tercera fuerza. Esto si es que se llega a un acuerdo para una primaria común.

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