Por Carlos Tórtora.-

A los saltos, Alberto Fernández intenta restablecer la autoridad de Martín Guzmán -y la propia- negociando con el kirchnerismo duro. Así es que acaba de aumentar la tarjeta Alimentar para darle oxígeno al ministro de economía para resistirse a restablecer el IFE, con el consiguiente incremento del gasto público. Guzmán no se refugió en el silencio y se declaró un fiel seguidor del presidente, con lo cual aumentó los riesgos para éste. Si el ministro tuviera que renunciar, quedaría cada vez más claro que la derrota es del primer mandatario. La inminente gira europea de éste apunta también a fortalecerse y acelerar la compra de vacunas. A su vuelta, se iniciaría otra interna. En el plan político de Alberto está asumir un rol protagónico en la próxima campaña electoral. Si el gobierno consiguiera en los próximos 30 días normalizar el ritmo de la vacunación, ésta sería sin duda la bandera proselitista a enarbolar. El entorno presidencial ya trabaja en el plan electoral y se sabe que en el kirchnerismo también hacen planes, pero en este caso para que Axel Kicillof sea tal vez la figura central de la campaña. Entre las múltiples discordias que pueden generarse, una pasa por quién será el primer candidato a diputado nacional por el Frente de Todos en Buenos Aires. En la Casa Rosada surge el nombre del ministro de obras públicas Gabriel Katopodis, dirigente de San Martín en la primera sección electoral. De este modo evitaría el presidente que se disimule el predominio que La Cámpora tendrá en el armado de las listas. En las filas de La Cámpora se piensa obviamente en una figura propia para encabezar la lista de diputados. La postulación de Katopodis en primer lugar sería uno de los temas a negociar entre AF y Cristina Kirchner

¿Ella jugará?

Por supuesto que la estrategia electoral del gobierno necesita como mínimo una baja de la inflación y superar un porcentaje de vacunación con dos dosis superior al 50% de la población. El probable default con el Club de París en pocas semanas más sería utilizado como argumento electoral en el sentido de que se priorizan las necesidades internas.

Pero una vez más la principal incógnita es qué hará Cristina. ¿Permanecerá callada durante la campaña electoral, dejándole a Alberto el primer plano?

En Olivos se cita el ejemplo de la intervención de Rafael Correa en la reciente campaña electoral en Ecuador, apareciendo frecuentemente para apoyar a su pupilo, el favorito Andrés Arauz. El resultado fue la derrota de este último por el conservador Guillermo Lasso. Este síndrome de Correa -a juicio de los albertistas- podría repetirse en Argentina si Cristina lleva la voz cantante de la campaña electoral. En esta inteligencia, para evitar una fuga casi total del electorado de centro, sería necesario rehabilitar al presidente en un rol estelar.

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