Por Guillermo Cherashny.-

Hace rato que al presidente se lo ve demacrado y cada vez más parecido a su envejecido padre Franco Macri y este estado de ánimo obedece a que las soluciones económicas que soñó no se producen pese a contar con experimentados economistas que sintetizaban la ortodoxia y la heterodoxia militando, en la primera, Carlos Melconian y Federico Sturzenegger y Alfonso Prat Gay en la segunda, aunque el ex presidente del BCRA fue heterodoxo cuando acompañaba a Domingo Cavallo y luego en la Universidad Di Tella se convirtió en ortodoxo y fundador del PRO. Ninguno de ellos pudo solucionar la pesada herencia, por la simple razón de que en el sistema de conducción centralizado que Macri le imprime a su gestión no quiere un único ministro de economía.

Hoy Dujovne, un ex heterodoxo y ahora ortodoxo por obligación, tiene el título de Ministro de Economía pero no lo es, porque no controla Energía ni Industria ni Trabajo ni Obras Públicas.

Así es que tiene que esperar un leve repunte de la economía en el mes de abril, como le prometió Dujovne, pero Melconian y su socio Santangelo dicen que la recesión vine como una L, es decir, caída y luego un estabilización mediocre. Dujovne promete una V, es decir, un repunte un tanto optimista cual es que la economía crezca para las elecciones de octubre próximo un 8%. Pero el presidente no cree más en pronósticos y a la noche se encierra en Olivos con su esposa Juliana Awada y las dos hijas y no mira televisión para no enterase de las noticias ni de los programas políticos y cena en familia y después ve Netflix un rato. porque a la mañana se despierta temprano. Antes vio Peaky Blinders, una serie de mafiosos irlandeses en 1920 donde aparece Winston Churchill como ministro del interior, y últimamente Ozark, sobre lavado de dinero en los Estados Unidos. Los que lo conocen dicen que está destruido anímicamente y con una depresión profunda de la cual sólo saldrá si repunta la economía como dice Dujovne.

Share