Por Carlos Tórtora.-

El laboratorio electoral del PRO se mueve con el mundo peronista mediante la prueba y el error. Es decir, avanza tibiamente algunos pasos en distintas direcciones y después rectifica. Esto parece ser lo ocurrido con el pomposo lanzamiento de una mesa conformada por Eduardo Duhalde, Mario Ishii, Jesús Cariglino y Aldo Rico, entre otros, cuyo ideólogo habría sido Miguel Ángel Toma.

El caso es que el cóctel habría resultado indigerible para las primeras mediciones, que, sobre todo, muestran que Duhalde ya no registra prácticamente nada en el sensor de votos y que la mezca de nombres no sólo no es feliz sino que va en contra de la imagen de renovación y pureza que forjó María Eugenia Vidal. El engendro, entonces, fue puesto en el freezer y se duda mucho que haya una rama duhaldista del macrismo bonaerense, porque el efecto boomerang sobre la clase media podría ser grave.

Este hecho marca un límite en las posibilidades del PRO de recolectar peronismo a cualquier precio: el límite de su propia desnaturalización.

Nadie renuncia

Por otro lado, las noticias para el oficialismo del lado del Frente Renovador son buenas. A Sergio Massa le está costando muchísimo mantener cohesionado su heterogéneo frente interno, donde crece la impresión de que no será candidato a nada y que la cosecha de votos -y de bancas- será por tanto magra.

Pero la peor noticia para el tigrense son las varias reuniones grupales de funcionarios bonaerenses puestos por el Frente Renovador. En las mismas se debatió si, llegado el caso, hubiera que optar entre irse de campaña con Massa o quedarse en el gobierno de Vidal, qué postura se tomaría. Casi por unanimidad ganó la segunda, lo que casi inhibe la posibilidad del tigrense de competir, porque tiene la mayor parte de su materia gris colocada en el gobierno del PRO.

Una buena noticia para CFK, que amplía su campo electoral de este modo.

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