Por Guillermo Cherashny.-

El resolutorio del juez federal Claudio Bonadío a la ex presidente, Axel Kicillof y Alejandro Vanoli por defraudación a la administración pública es un dolor de cabeza para Cristina. En efecto, si bien es muy difícil una condena a lo largo de varios años, no hay duda que presentarse el 13 de abril ante los tribunales de Comodoro Py es un incordio para ella y mucho más, un seguro procesamiento, ya que Bonadío estudió bien la causa y el presidente del BCRA y Kicillof violaron la Carta Orgánica del Banco Central en forma delictual y no hay dudas jurídicas de ello. Pero CFK podría alegar que fue consultada y que le pusieron en la balanza devaluar fuerte o vende dólar futuro y así su responsabilidad penal quedaría difusa y se salvaría de una condena por la jurisprudencia en el caso del megacanje de junio del 2002, donde el ex presidente De la Rúa fue procesado durante muchos años y finalmente su abogado, el Dr. Jorge Kirszenbaum, logró que fuera desprocesado con el argumento citado, ya que alegó que había pedido asesoramiento a ministros y al presidente del Banco Central y la opción era el megacanje o el default, por lo cual optó por el primero. Finalmente zafó y quedó procesado el actual presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, aunque en ese caso da la impresión de que esa decisión político-económica no es judiciable y el procesamiento del dirigente del PRO es injusto. Pero en el caso de la venta de dólares a futuro, que ya ocasionó pérdidas por 50.000 millones de pesos -que se pueden extender a 70 u 80 mil millones- fue un gran negociado por información reservada que Kicillof y Vanoli le pasaron al mercado para defraudar al Estado y la situación judicial de ambos es muy complicada.

En el caso de la ex presidente, está obligada a presentarse y declarar o dejar un escrito y ser procesada -seguramente sin prisión preventiva- y lo único que puede hacer es postergar la citación o recusar el juez Bonadío, que es lo más probable que haga, porque le daría tiempo para chicanear unos meses y asesorarse con un buen penalista, pese a que ella se considera una «abogada exitosa».

Según nuestras fuentes, consultó a Eugenio Zaffaroni, el flamante juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con sede en Costa Rica, quien le recomendaría un defensor de fuste. También los doctores León Arslanián y Luis Moreno Ocampo se ofrecieron para defenderla, pero es sabido que ambos son muy caros y cobran por trabajar y la ex presidente es muy reacia a meter la mano en el «canuto», como se dice en política para referirse al patrimonio personal. Para ella, sin duda, lo más denigrante es pisar Comodoro Py y ser procesada, aunque después no la condenen, y nunca pasó por su cabeza ser llamada a declarar. Y cuando Nisman la imputó, ya sabemos cómo reaccionó.

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