Por Sebastián Dumont.-

La expresidente Cristina Kirchner buscó convertir su regreso a Buenos Aires para declarar en la justicia en un acto político de apoyo a su figura y de victimización. Nada nuevo en las maneras que han guiado a los K durante tantos años. No son culpables de nada de lo que dejaron en la Argentina, sino que son un grupo perseguido por las corporaciones mediáticas, económicas y judiciales. Manual puro de Laclau, el hombre más leído por Cristina Kirchner y Chávez. En definitiva, volver a poner en escena de qué se trata el cristinismo, no es tan mal negocio para Mauricio Macri, en medio de un vendaval.

La famosa centralidad de la que se ha hablado en estos tiempos parece haberla recuperado, por algún momento, Cristina Fernández de Kirchner, como figura de la oposición más visible. No es malo para el gobierno. La famosa grieta que construyó el kirchnerismo es la clara representación de un país dividido que se mostró en las últimas elecciones.

Pero el famoso núcleo duro es mucho más pequeño. La movilización fue lejos de lo esperado y las cifras hablan de 25 mil personas, muchas de ellas movilizadas por los aparatos de los intendentes del conurbano que conservan sus territorios como único refugio institucional. Pero, así y todo, muchos de ellos pusieron logística y gente pero no se hicieron ver. En cambio, otros sí. Casos como el de Verónica Magario, Juan Patricio Mussi, Jorge Ferraresi o Leonardo Nardini. Adiós a las caras del peronismo dialoguista. No pueden despegarse de La Cámpora, Kolina, Luis D’Elía, Amado Boudou o el PC.

Claro que esta aparición tribunalicia de CFK pone en un desafío a sectores de la política que venían planteando, desde la oposición, una idea más de centro y sin tanta virulencia. Deberán ahora ajustar y aceitar sus estrategias. Casos como el de Sergio Massa, pero sobre todo el de Juan Manuel Urtubey, deberán clarificar aún más cuál es su rol en esta etapa.

En definitiva, a Macri le sirve que las caras visibles de la oposición sean CFK y sus fanáticos. Porque más allá de la euforia de hoy, el futuro de la ex jefe de estado estará con frecuencia en los estrados judiciales. Ella lo sabe y lo dijo cuando en su actuación de mártir expresó que puede ir presa pero no la callarán.

Claro que Macri y los suyos no pueden confiarse. También es su hora de aprovechar las jugadas del destino político. En eso, todavía el macrismo no arranca. Un caso muy notorio es la provincia de Buenos Aires. La movilización fue, en parte, financiada por los manejos que el gobierno provincial les sigue dando a los intendentes del FPV.

Cristina Kirchner buscó compararse con Hipólito Yrigoyen y Perón. Ambos fueron derrocados por golpes militares. Al kirchnerismo le dijo basta el voto popular. Una diferencia sustancial.

Share