Por Guillermo Cherashny.-

Están de moda entre periodistas e intelectuales los libros escritos por Silvia Mercado, como: «Apold el inventor del peronismo» y el segundo recién salido, «El relato peronista». Esta visión revisionista ahora tiene su contrapartida en la intolerancia de un sector mayoritario de la oposición cuya ideóloga es, sin duda, Elisa Carrió. Ella sostiene que Mauricio Macri, que durante los ocho años de su gestión como jefe de gobierno concilió con el kirchnerismo y que se asoció con él para la construcción de obras públicas sobrefacturadas en la ciudad y en todo el país, ahora se convirtió en el acérrimo opositor de la presidente, que eligió a Daniel Scioli como su sucesor. Quedaron así en el olvido hechos de corrupción como la construcción de la Central Puerto por una firma propiedad de Nicolás Caputo que usa fuel oil contaminante proveniente de los acuerdos con Venezuela y que afecta el medio ambiente de la ciudad.

La intolerancia de Carrió

También están, por ejemplo, los sobreprecios en la recolección de la basura, un gigantesco negociado bajo custodia de Edgardo Cenzon, el ministro de espacio público porteño, que integra con Caputo y Macri la mesa chica de negocios del PRO, que maneja, además, la estrategia política de esa fuerza. En esto hay similitudes con el kirchnerismo, que también tiene una mesa chica de negociados que maneja la política. No sólo la empresa de Caputo gana obras públicas en la Ciudad y en la Nación, sino que IECSA, la empresa constructora que Franco Macri les cedió a sus sobrinos Angelo y Fabio Calcaterra, primos hermanos de Mauricio. El mismo Franco Macri es el intermediario en la compra de vagones y locomotoras chinas para la Nación y la Ciudad. O sea, una red de negociados comunes en múltiples áreas. Pero a principios de año, cuando Carrió irradió un baño de honestidad sobre el jefe de gobierno, se empezó a construir el «relato macrista» de una única oposición al gobierno. Según esta lógica, todos los que no integran esta santa alianza del PRO, la UCR y la Coalición Cívica son funcionales al cristinismo. En consecuencia, los que estorben deben bajarse de la pelea electoral para que Macri sea presidente. Esto se intentó con Sergio Massa, Margarita Stolbizer y ahora Martín Lousteau. Los mismos son agredidos en Twitter de diferentes modos, como si estuvieran en el Frente para la Victoria. Así son los juicios sumarísimos en Twitter exigiendo la declinación de unos y otros, sin reparar en que el jefe de gobierno de la ciudad en realidad nunca fue opositor. Por otra parte, su conducta soberbia y mezquina no suscita las adhesiones del conjunto de la oposición que sí quiere estar unida pero no al precio de quedar sometida al PRO, su candidato y el gurú Jaime Durán Barba, un personaje particularmente antipático. Así las cosas, los tuiteros PRO y de Carrió agreden a los votantes y dirigentes que no comparten esta visión excluyente y los comparan lisa y llanamente con los K. No entienden que estos dirigentes y votantes se sienten agredidos más que sus candidatos y no aceptan la falsa opción de que si no votan a Macri ganan los K.

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