Por Jorge D. Boimvaser.-

Todos los medicamentos que se compran en cajas cerradas vienen con su respectivo prospecto, que no sirven de nada legalmente si el remedio es trucho, como bien lo sabe Héctor Capaccioli -ex recaudador de campaña del kirchnerismo- y la banda que falsificaba drogas lícitas, incluido un gran laboratorio nacional e internacional que nunca fue alcanzado por la investigación judicial.

Están los médicos criminales que prescriben remedios para ser preparados e incluyen claves en la receta, como ser las anfetaminas. Y te dicen en qué lugar se preparan, porque esos laboratorios conocen las contraseñas del escrito del galeno.

Pero las sustancias prohibidas nunca vienen con las respectivas contraindicaciones. Esas sólo en los últimos tiempos se transmiten boca a boca, y casi nunca quienes lo consumen le hacen caso.

Una escena memorable del film de 1992 “Un maldito policía” es cuando el personaje que interpreta el siempre brillante Harvey Kietel se encuentra con su dealer y le pregunta qué droga nueva tiene. El vendedor le responde que llegó algo que es muy fuerte, muy venenoso, a lo que el sucio policía le responde irónicamente: “¿Tú eres dealer o asistente social?”

Además de las contraindicaciones, también existe una especie de manual de usuario. Concretamente, cuando se consumen sustancias que alteran la conciencia se sabe que es prohibitivo no sólo salir a la calle y manejar, sino también entrar a la bañera, manipular electrodomésticos, llaves de gas, y todo lo que tiene que ver con la electricidad.

Si se produce una emergencia, no estás en condiciones de superarla, como ocurrió infinidad de ocasiones con muchas personas.

Daniel Scioli y Karina estaban en el lujoso departamento de Callao y Alvear en 1987 cuando de pronto comenzó un incendio. Las llamas se propagaban y ellos, duritos, como plastificados, no atinaban a moverse. Los vecinos llamaron al portero, quien heroicamente les salvó la vida. Pero algo ocurrió, porque el encargado no salió con vida de entre las llamas.

La pareja se mudó y nunca volvió al lugar de la tragedia. Los familiares del portero muerto los buscaron inútilmente, para pedirles un resarcimiento. ¿Cuánto vale la vida de un portero muerto heroicamente? No era Jorge Mangeri; era un trabajador honrado y su gente querida sólo quería encontrarse con Scioli. Quizás no era para pedirle plata, sólo ellos lo saben.

Que los brujos no existen es cierto… pero que los hay, los hay. Desde los dictadores hasta Cristina hoy, todos quienes estuvieron en el poder consultaron videntes, psíquicos, parapsicólogos o como quieras llamarlos. Sólo el más bobo de entre los bobos nunca recurrió a ellos, Fernando de la Rúa.

Hay chantas como el personaje que componía Alberto Olmedo y hay gente seria con el don de ver más allá del terreno visual. Hasta genios como Shakespeare y Nikola Tesla reconocieron la existencia de fenómenos paranormales que la ciencia no puede explicar.

Muchos poderosos saben de la existencia de una maravillosa mujer conocida como “Blanquita” (es su nombre real, no hay ironía detrás de la mención), pero no hablaremos de ella para no entorpecer su labor, bastante sagrada por cierto.

Cuenta una leyenda urbana que los familiares del portero muerto en el incendio después de su infructuosa búsqueda de Daniel Scioli recurrieron a un chamán o brujo capaz de manipular lo bueno y lo malo que hay en el mundo de lo sobrenatural. Cualquiera que sepa la historia de los libros de Carlos Castaneda (desde “Las Enseñanzas de Don Juan” en adelante) entenderá de qué se trata este comentario.

Dos años después de la muerte del portero, Daniel Scioli tuvo el accidente que todos conocen. Depak Chopra escribió una obra siempre recomendable, Sincrodestino. Explica el médico nacido y criado en la India que nada es casual en el Universo, todo es causal… la ley del karma, causa y efecto.

El candidato a Presidente está reviviendo una y otra vez esa fantasmal imagen que lo sigue persiguiendo. El incendio, la salvación providencial y la factura de agradecimiento que nunca saldó. Y dos años después, el terrible accidente.

En el primer viaje al exterior de Néstor Kirchner, que lo encumbró entonces Jefe de Estado momentáneamente, Scioli fue entrevistado por Mario Pergolini, entonces en la Rock & Pop. Una pregunta sarcástica de Pergolini fue si había «partuzza» y otros vicios en Casa de Gobierno. Scioli remó la respuesta como pudo, pero no le hizo gracia que le recordaran aquel episodio negro de su vida.

Ahora que tiene su ansiado deseo presidencial cada vez más cerca de ser cumplido, los fantasmas acechan día y noche. La sospechosa presencia del médico de ricos y famosos Alfredo Cahe a su lado despierta muchas suspicacias. La especialidad de Cahe son las adicciones. Y si a eso se le suma el hartazgo manifiesto de Karina Rabollini con los “mambos” actuales de su pareja; los rumores sobre su estado de ánimo y de salud son enormes.

Alguien de La Plata muy cercano al círculo privado del Gobernador nos dijo irónicamente, recordando la frase del primer mentor del motonauta, Carlos Menem: “Estamos mal, pero vamos peor”.

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