Por Carlos Tórtora.-

La mayor sorpresa de las PASO de ayer fue que el Frente para la Victoria sólo le lleva 8 a CAMBIEMOS, que alcanzó la barrera de los 30 puntos.

Es altamente improbable que Mauricio Macri baje en octubre de este piso y más todavía que Daniel Scioli llegue al 45% necesario para consagrarse presidente sin necesidad de pasar por una peligrosísima segunda vuelta. También Sergio Massa pudo festejar, porque llegó a casi 21 puntos, pero con una limitación que no esperaba: su rival en la primaria de UNA, José Manuel de la Sota consiguió 10 puntos y se convierte ahora en un factor importante para las negociaciones que se inician hoy.

Para Scioli y CFK el problema de tener que subir en octubre 7 puntos para evitar el ballotage se convierte en el eje de la definición de la lucha por el poder. El increíble atraso en los cómputos de esta madrugada, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, permite analizar sólo los resultados del 25% de las mesas bonaerenses. Aparte de la excelente elección de María Eugenia Vidal, que alcanzó el 30%, se advierte en Buenos Aires un fuerte deslizamiento de votos hacia CAMBIEMOS en dos secciones, la Quinta y la Séptima. La primera tiene como cabecera a Mar del Plata, capital del sciolismo, donde CAMBIEMOS pasó los 40 puntos, sacándole 8 de diferencia al Frente para la Victoria, que tiene el apoyo del intendente Gustavo Pulti. En la Séptima, con cabecera en Bahía Blanca, CAMBIEMOS le llevaba 9 puntos al FpV. Como era de esperarse, la ventaja de Scioli se afianzó en la Tercera Sección (con centro en La Matanza), donde el FpV llegó al 42 contra 27 de CAMBIEMOS. En la primera sección, zona hegemónica del massismo, el kirchnerismo aventajó a Macri por 7 puntos.

Un dato importante para la batalla de la primera vuelta que se inicia hoy es que la cosecha de la Alianza Progresista de Margarita Stolbizer apenas sumó algo más de 3 puntos -quedando debajo del candidato del Frente de Izquierda Nicolás del Caño- lo que indica que no traccionó votos radicales como algunos anunciaban y que la UCR marchó disciplinadamente detrás de Ernesto Sanz.

Los discursos de ayer de los tres principales presidenciales son todo un indicador de la tensión que reinaba anoche. A Scioli se lo vio más serio y preocupado de lo que quería aparentar y la ausencia en el Luna Park de Aníbal Fernández y Martín Sabbatella, ganadores de la primaria, ya dio pie a todo tipo de comentarios que se resumen en uno solo: ¿Cómo hará el gobernador bonaerense para llegar al 45% teniendo que hacer campaña diariamente con el jefe del gabinete y su narcoescándalo a cuestas?

Por su parte, Macri se mostró menos PRO y más ecuménico, elogiando el legado no sólo de la UCR sino del PJ y los liberales. Claramente, dio la impresión de que admitía implícitamente que para ganar necesita conquistar votos peronistas e independientes.

Massa hizo algo inesperado: convocó al diálogo con Macri y Stolbizer y además elogió con exceso a De La Sota, que estuvo muy cerca de sus propios números.

Un dato a tener en cuenta es que el FpV no tuvo problemas en superar el 50% en la mayor parte de las provincias chicas como Formosa, Misiones, San Juan y Santiago del Estero.

Hacia lo desconocido

Si las caras de ayer a la noche en el Luna Park de Agustín Rossi, Débora Giorgi, Sergio Urribarri y otros dirigentes K son un reflejo de lo que estaría pasando en Olivos, se podría pensar que la presidente no estaría en absoluto tranquila con el resultado de ayer. Paradójicamente, de cara a octubre, nunca como ahora el PJ necesitó tanto a un tejedor incansable como Juan Carlos Mazzón, cuyo fallecimiento le produce al gobierno una pérdida irreparable.

Anoche ya se decía que Scioli marchará directamente hacia una negociación con De la Sota con sus interesantes 10 puntos, ya que Adolfo Rodríguez Saá apenas se quedó con el 2% y es probable que este caudal se le diluya para octubre. Obviamente, el kirchnerismo también necesita sacarle algunos votos al massismo, donde ya está probado que sobran dirigentes acostumbrados a ir y venir de la Casa Rosada. También hay que mirar muy atentamente los movimientos de Felipe Solá, que consiguió un exitoso resultado de 20 puntos. Es sabido que el gobernador electo de Córdoba Juan Schiaretti y su jefe De la Sota tienen buen diálogo con Scioli y que Hugo Moyano, que ya acordó con éste, está trabajando en ese acercamiento. En cuanto a Solá, se convirtió en el hombre fuerte del massismo y, obviamente, tiene varios interlocutores de primera línea que están al lado de Cristina.

En este contexto, el massismo corre el riesgo de que el gobierno le arrebate unos cuantos votantes pero Macri tampoco la tiene fácil, porque Sanz y Carrió le reclamarán ahora que asuma compromisos para una distribución del poder que los incluya. Si el jefe de gobierno se cierra, muchos radicales podrían abandonarlo para irse con Stolbizer y Carrió podría usar su filosa retórica para dañar al PRO. Y lo más importante en el caso de la UCR no es la masa de sus votantes sino la presencia de su aparato en todo el país.

En la Argentina nunca hubo un ballotage presidencial, así que esta perspectiva abriría un laboratorio político inédito si en octubre no hay un ganador definitivo. La última segunda vuelta fue en Capital entre Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau y mostró prácticamente un empate. Un resultado de ese tipo en una eventual segunda vuelta nacional, generaría un gobierno débil y muy condicionado por la oposición. En el 2003, Carlos Menem, ganador en la primera vuelta, renunció a competir en la segunda ante la evidencia de las encuestas que indicaban que cerca del 60 por ciento del electorado le votaría en contra. Hoy la realidad es muy distinta. Tanto Scioli como Macri tienen porcentajes de rechazo relativamente bajos.

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