Por Carlos Tórtora.-

El silencio de Cristina Kirchner desde el inicio de la cuarentena total es una de las claves políticas que falta develar. La vicepresidenta se encuentra cumpliendo la cuarentena de 14 días, ya que viajó a Cuba para buscar a su hija Florencia, que puso fin a una estadía de un año. Una interpretación de su silencio es que estaría resentida por el pico de popularidad que registra Alberto Fernández como consecuencia de la baja cantidad de contagios que se registran en el país. “Hasta el macrismo apoyó las medidas de Alberto pero ella ni siquiera escribió un mensaje de apoyo en las redes sociales”, deslizó un asesor presidencial en relación a la actitud asumida por CFK. La actual situación hace que en la práctica haya una especie de despegue de la figura presidencial con relación a ella. La centralidad de Alberto es hoy excluyente. Como es lógico en toda crisis grave, la ciudadanía concentra sus expectativas en el presidente.

Los dos caminos

Por supuesto que el silencio de la vicepresidenta es materia de distintas especulaciones sobre su proyección. Algunos “cristinólogos” sostienen que ella está esperando para reaparecer que empiece la etapa más delicada de la crisis. Esto sería cuando cese la cuarentena y, al volverse a una situación de relativa normalidad, se multipliquen las presiones de los sectores más afectados, que reclamarán la intervención del gobierno para poder continuar con su actividad. La ola de protestas podría alcanzar también a episodios de violencia social -en Pergamino se registró un saqueo a un supermercado-, ya que los movimientos sociales estarían previendo un desborde de la crisis social. La inminente reducción de los sueldos de los funcionarios públicos -medida ya adoptada por Uruguay- no alcanzaría para frenar las protestas, como ya se vio con el comienzo de los cacerolazos en las últimas horas. En este punto de abren dos posibilidades. La primera es que Alberto se debilite como consecuencia de la imposibilidad de contener las demandas sociales. En este caso podría volver a depender del apoyo de su aliada. Pero también puede ocurrir que, así como acertó con la cuarentena total, el presidente tome medidas excepcionales en lo económico y consiga mantener el apoyo popular. En este caso, el apoyo de CFK sería irrelevante y hasta inconveniente.

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