Por Sebastián Dumont.-

El cristinismo sueña con volver al poder. Soñar no cuesta nada aunque, para que eso suceda, debieran darse muchas alternativas que la gente votó para cambiar. Sin embargo, en su pensamiento mágico, el talibanismo K cree que el año 2017 podría convertirse en lo que fue el 2001 para la Argentina. Y la primera escala será el próximo 13 de abril, cuando Cristina Fernández de Kirchner vaya a los tribunales citada por el juez Claudio Bonadío.

En su habitual columna de los lunes en el diario La Nación, el periodista Carlos Pagni sugiere que el ex titular de la AFI (SIDE) Oscar Parrilli, les habría pedido a los intendentes de Merlo, Gustavo Menéndez, y de Avellaneda, Jorge Ferraresi, que movilicen a su gente cuando Cristina vaya a declarar.

Al menos uno de esos intendentes, ante este medio, le quitó trascendencia y dijo estar dedicado a los problemas de su distrito. Pero en la cabeza K, la idea que sobrevuela es más amplia. “Ganar la calle” como sea es la consigna. Y preparar el terreno para que la ex presidente sea la candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires en 2017. Quizá se termine enfrentando a Massa y Carrió. Lo que sería peligroso y quizá haga replantear la idea de no descartar renovar el acuerdo Massa-Macri como en 2013.

Los K sostienen que Macri va a pagar el costo político del ajuste y que le sucederá algo similar a De La Rúa. El ex presidente recibió un país al borde de la crisis y no fue a fondo con los cambios que había que hacer. Ya tarde, no le quedó más remedio que agrandar la deuda con el megacanje y el blindaje. El país explotó. Claro que no puede soslayarse la falta de muñeca política.

El punto final fueron las elecciones de octubre de 2001, donde Duhalde le ganó a Alfonsín. Fue el comienzo del fin. Perder la provincia de Buenos Aires es letal para crecer o caer. Se supone que Macri toma nota de todo ello. Se ve cuando decide no escatimar los fondos que necesita la administración Vidal. Igual, le falta ajustar varios detalles.

El cristinismo sueña con ganar la provincia de Buenos Aires de la mano de CFK -habrá que ver cómo llega judicialmente- y quedar a tiro para que, con apoyo territorial, Macri no soporte la presión y termine renunciado.

Todo esto parece una locura, pero no lo es en las elucubraciones que se tejen en algunas mesas K. En tema es que no están solos y la mayoría del peronismo empieza a mostrar sus deseos de olvidarse de CFK.

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