Por Jorge D. Boimvaser.-

¿Daniel Scioli “suicidado” antes del ballotage en una reedición corregida y aumentada del “caso Nisman”?

El infierno tan temido no lo vemos nosotros sino el diputado del FPV Edgardo Depetri.

Cuando Samid se sinceraba contra la cadena nacional de Cristina y los “Carta Abierta” mostraban sus garras golpistas, Depetri hizo mil llamados desesperados y fue él quien instaló la sentencia de que, si Scioli termina como Nisman, el país se desbarranca mal hacia un futuro tan incierto como el diciembre de 2001 de la Alianza.

La diferencia entre el fiscal muerto y el candidato del FPV, aún vivo (y que siga así, no le deseamos mal a nadie y menos cuando un drama antes del ballotage puede desencadenar tragedias inimaginables en el sistema institucional), es que al momento de recibir el balazo fatal Nisman tenía la autoestima muy arriba y la vanidad por los cielos.

Todo lo contrario a Scioli, que esta semana no pudo esconder su impronta de tristeza infinita y la desolación de que todos se bajaron del Titanic y sólo le dejaron un bote salvavidas pinchado y sin remos.

Hasta Karina Rabollini tiene aspecto de tirar la toalla y abandonar una lucha desigual.

Los K saludaron a Sergio Szpolski, que llegó tercero lejos en los pagos de Sergio Massa, pero se atrevió a dar lucha en un terreno donde definitivamente ningún cristinista puede hacer pie.

¿Por qué tanta efusividad con quien llegó muy lejos y vapuleado hasta por la barra brava de Tigre? Simplemente porque se atrevió a reemplazar al candidato original de Daniel Scioli en ese distrito, su hermano Nicolás, que abandonó el barco despavorido por la paliza que se le venía encima.

Niki no es el más despierto de los dos Scioli y, si Daniel lo quiso salvar del chubasco, Szpolski se atrevió a bancársela solo la desigual pelea y hasta poniendo dinero de su bolsillo (bah, no es de él, es fruto de la rapiña de sus medios).

Pero el ex rabino y ex cuñado de Sergio Bergman caminó las zonas más desoladas de la región, se metió en el barro y no en Nordelta.

Para los cristinistas fue un héroe por haberse atrevido a lo que el Scioli junior más le rajó, en el sentido literal de la palabra.

Depetri pasea por los canales sin decir lo que augura en privado, que Daniel Scioli puede terminar mal, literalmente hablando, y la comparación con el caso Nisman hace estallar el sentido común de quienes le escucharon la advertencia telefónica.

¿Sabe algo que lo saben muy pocos, o es instinto de conservación lo que le lleva a plantear el escenario más dramático que puede tener esta etapa del comicio presidencial?

Cristina habló sólo de ella en Casa Rosada. Pareció la arenga desesperada de aquellos dictadores de la segunda guerra cuando sabían que estaba todo perdido y se fantaseaban con una delirante victoria personal que se esfumaba en la realidad fáctica.

El síndrome Nisman antes del ballotage asusta y mucho. El rostro en Tucumán de Scioli y el abrazo del oso que le propinó Aníbal para las fotos es por demás demostrativo de que el backstage -el detrás del escenario- es casi un drama shakesperiano versión Argentina 2015.

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