Por Carlos Tórtora.-

El veto de la ley de movilidad jubilatoria por parte de Javier Milei pasó a convertirse en el eje de la realidad política. Mal que mal y aunque la tiene complicada, el presidente encontró en la defensa del superávit fiscal una bandera que unifica sus huestes en un momento de crisis interna. El jefe libertario sólo es capaz de articular políticas a través de la confrontación y la polarización. La búsqueda de consenso y la negociación le resultan incómodas y ajenas.

Cómo el veto es prácticamente inevitable, dentro de pocos días sabremos qué eco encuentra un gobierno deteriorado para sumar apoyos.

En tren de hipótesis, si el Congreso ratifica con dos tercios la ley, el gobierno quedaría obligado a aplicarla. Pero entonces aparece un resquicio y la Casa Rosada amenaza con recurrir a la justicia con el argumento de que la ley no establecería claramente de dónde saldrían los recursos para el aumento a los jubilados.

Está claro que la Corte Suprema de Justicia no tiene competencia originaria para entender en conflictos entre poderes del Estado Nacional. O sea que una acción del gobierno contra la aplicación de la nueva ley debería empezar por la primera instancia del contencioso administrativo.

En un laberinto

La jurisprudencia de la Corte Suprema es abundante en cuanto a que la justicia no debe intervenir en conflictos de poderes y en decisiones no judiciales y la sanción de una ley encuadra perfectamente en esto.

No es probable entonces que el gobierno consiga un juez que, por ejemplo, dicte una medida cautelar contra la aplicación de la ley y tampoco que la Corte se haga del expediente mediante un per saltum. No aparece entonces ninguna razón jurídica ni política por la cual la Corte podría hacerle el favor al gobierno de complicar la aplicación de la ley.

Así las cosas, no se advierte a dónde apunta Milei con eso de recurrir ante la justicia. Salvo que se trate de una cortina de humo y no de una estrategia real.

Lo más lógico es suponer que el presidente está entrampado y no sabe cómo salir de su encierro.

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