Por Carlos Tórtora.-

A menos de un mes del 14 N, la mayor parte de las encuestas coinciden en que, con escasas variantes, Juntos por el Cambio mantiene su ventaja sobre el Frente de Todos. A la vez está claro que en las últimas semanas el gobierno se radicalizó bastante como consecuencia del protagonismo de determinados personajes, como Aníbal Fernández y el flamante Secretario de Comercio Roberto Feletti, con su congelamiento de precios. Parece dudoso que en estas condiciones el kirchnerismo pueda captar votantes moderados, aunque se esfuerce en este sentido el jefe de Gabinete Juan Manzur. Las chances del Frente de Todos de achicar diferencias pasaría por recuperar voto peronista y lograr que sufraguen a favor del gobierno sectores que no votaron el 12 S. En esta línea, el conurbano es la clave de la elección. El Frente de Todos ganó la Tercera Sección Electoral por 280.000 votos y perdió la Primera Sección por 120.000 votos. Para llegar a un empate con la oposición en la Provincia, el kirchnerismo debería sumar alrededor de 500.000 votos en el conurbano, ya que en el interior de la provincia no tendría chances. Digamos que éste es el objetivo central de Martín Insaurralde. Si lo consiguiera, su grupo de intendentes podría aspirar a ampliar su inserción en el gobierno platense. Los intendentes pasan así a ser la última esperanza de Cristina Kirchner, a la cual no le alcanza con la trama tejida por La Cámpora para remontar esta cuesta.

Socios forzados

El problema de la operación de salvataje es que está llena de incógnitas. Tal vez la mayor sea saber si los jefes comunales realmente apuestan a salvar al kirchnerismo consiguiendo que haya una especie de empate el 14 N. El temor de CFK, de Axel Kicillof y de Máximo sería que los barones del conurbano apuesten ante todo a su supervivencia, por ejemplo repartiendo boletas cortadas sin la parte correspondiente a la lista que encabeza Victoria Tolosa Paz. Ésta no ayudaría mucho porque su imagen positiva está por debajo de la del Frente de Todos. El reparto de boletas cortadas es una amenaza considerable que ya se concretó en el 2009, cuando Néstor Kirchner, en la noche del escrutinio, casi agredió a golpes a Sergio Massa que en su distrito, Tigre, había sacado más votos para los candidatos locales que para la lista de diputados nacionales. Si el 14 N muchos intendentes obtuvieran más votos que la lista de diputados nacionales, la crisis interna del peronismo podría estallar con fuerza. Los operadores de La Cámpora creen tener aferrados a casi la totalidad de los intendentes. Para el 2023, si éstos quisieran separarse de La Cámpora, el kirchnerismo podría presentar listas propias en los distritos, lo que dividiría el voto peronista y le daría el triunfo a Juntos por el Cambio. Unidos por esta ecuación, La Cámpora y los barones del conurbano tienen una alianza estratégica difícil de quebrar. Desglosando las elecciones según los distritos, la única región donde el kirchnerismo no puede soportar la derrota es el conurbano. Se trata del reducto político con el cual no sólo controla el peronismo a nivel nacional sino el único enclave electoral que Cristina maneja a su antojo, con excepción de la provincia de Santa Cruz.

Share