Por Carlos Tórtora.-

Mientras la cantidad de vacunados por día ascendió a 300.000, el gobierno analiza cómo sustraerse a la ola de derrotas oficialistas que empezó en noviembre pasado con la caída de Donald Trump contra Joe Biden. En esta elección, como lo probaron las encuestas, la estrategia sanitaria de Trump cosechó un fuerte rechazo y la vacunación recién llegó después de las elecciones. También en España se sintió el mes pasado una reacción contra la cuarentena mantenida por el oficialismo. Los resultados de las elecciones en la región española de Madrid hicieron saltar el tablero político del país: dejaron sin representación legislativa al centrista Ciudadanos (Cs), provocaron la salida política del líder de la formación de izquierda Unidas Podemos (UP), Pablo Iglesias, y relanzaron al conservador Partido Popular (PP) como principal fuerza aglutinadora de la derecha, que con aires renovados pretende ahora replicar su triunfo a escala nacional.

En el caso de Chile, la coalición oficialista Vamos por Chile sufrió una dura derrota inclusive en los comicios de constituyentes, en los que obtuvo 21% y quedó lejos de la suma de la oposición de izquierda y centroizquierda de 33% y, más aún, de la gran sorpresa de la jornada, el 45% que consiguieron todos los independientes.

En las legislativas de México, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) salió vencedor de las elecciones legislativas intermedias pero pierde la mayoría absoluta de la que gozaba hasta ahora.

La excepción a esta racha de derrotas oficialistas fue el triunfo de Guillermo Lasso en la elección presidencial ecuatoriana. Lasso contó con el respaldo amplio del presidente saliente Lenin Moreno y Ecuador fue en el 2020 uno de los países Latinoamérica más castigados por el Covid-19.

La encuesta que abre el camino

Como antídoto ante el generalizado retroceso del oficialismo, el kirchnerismo levanta la teoría del voto vacuna. La misma dice que un alto porcentaje de los vacunados tienen una tendencia marcada a mejorar su impresión sobre el gobierno. Esto se apoya en la medición de Synopsis de fines de mayo pasado, que sostiene que entre los encuestados vacunados y los no vacunados se ve una previsible diferencia en la evaluación que hacen del Gobierno. Entre los primeros, un 36,2% lo considera entre «bueno» y «muy bueno», contra 22,6% de los segundos. A estos números se aferra la Casa Rosada para empezar a desarrollar una estrategia electoral. Para inicios de agosto próximo, el oficialismo pretende tener vacunada con dos dosis al 40% de la población, lo que le daría un cierto margen de crecimiento si se comprueba en los hechos que existe el voto vacuna. Claro que para que el voto vacuna se afiance, sería necesario levantar las restricciones que hartan a la población. La indignación por el vacunatorio VIP y la no llegada de las vacunas habría pasado al olvido, a menos que la oposición consiga mantener instalados los escándalos. Otro factor, también hipotético, podría entrar en juego. Se trata del ausentismo electoral por temor al contagio en las aglomeraciones que se producirían como siempre en las filas para votar. Este ausentismo, si se comprueba, favorecería al oficialismo, ya que la capacidad de movilización del aparato del Frente de Todos es mayor que la de Juntos por el Cambio, sobre todo en el conurbano bonaerense y en la mayor parte de las provincias chicas.

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