Por Carlos Tórtora.-

El gobierno responsabilizó a Alberto Fernández por la suba del dólar al haber declarado que la culpa de la catástrofe social era del gobierno y del FMI, provocando además la caída de los activos argentinos y el alza del riesgo país. Esta declaración oficial pone de manifiesto lo que hasta ahora se negaba: que la gobernabilidad depende en buena medida de cómo actúe Alberto F. En otras palabras, que el Frente de Todos está cogobernando, ya que sus conductas afectan la gobernabilidad. Esta premisa tiene a su vez el efecto de volver eterno el lapso que falta hasta el 10 de diciembre, fecha del traspaso del poder. Una forma de poner fin a esta crisis sería que Juntos para el Cambio renuncie a participar de las elecciones del 27 de octubre y cogobierne con el kirchnerismo. Pero esto es imposible, porque Macri está obligado al mayor esfuerzo para obtener bancas de legisladores que le garanticen la supervivencia a su espacio. Mientras sean competidoras, para ambas fuerzas es imposible acordar los puntos para una transición. En realidad, lo que se está produciendo es la escalada de la crisis en la cual el gobierno trata de sacar provecho haciendo responsable al candidato peronista.

¿Qué lógica?

La realidad es que en las últimas 48 horas se dio un paso más hacia la ingobernabilidad y no aparece ningún actor que sea capaz de mediar. En realidad el problema de fondo es que el paquete de medidas económicas anunciado por el gobierno luce insuficiente para la magnitud de la crisis y que el efecto aliviador que tuvo la llegada al Ministerio de Hacienda de Hernán Lacunza ya está prácticamente consumido por las expectativas negativas. En medio de este tembladeral, la lógica indica que se impone una reunión entre Macri y Alberto F pero no hay garantías de que se imponga un procedimiento lógico. Mientras tanto, entramos directamente en el campo de la ingobernabilidad.

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