Por Enrique Guillermo Avogadro.-

«Afilando el hacha mientras ordena rencores por orden alfabético». Arturo Pérez-Reverte.

La designación de Carlos Zannini como precandidato a vicepresidente en la fórmula que encabeza Daniel Scioli conmovió el escenario político, tanto porque nadie previó que doña Cristina haría tanto para limitar el poder de quien, eventualmente, podría ser su sucesor sino porque éste, con tal de llegar al sillón presidencial, estaría dispuesto a aceptar los riesgos -¿la «gran Nisman»?- que implica convivir con tal compañero.

El apodo del actual Secretario Legal y Técnico de la Presidencia -Chino- responde a su aspecto físico pero más a su filiación política, ya que joven adhirió al maoísmo en su variante albanesa y, como se ha visto en los últimos años, no ha abandonado esa disparatada postura ideológica -archivada hace tiempo hasta en su mismo país de origen- y ha conducido al Gobierno a esta cerrada encrucijada.

En resumen, si Lancha triunfara en los comicios de octubre, la Argentina entraría en un camino que podría llevar a que su destino estuviera conducido por un terrorista del ERP, que tanta sangre derramó en el pasado. Es imaginable, entonces, qué sucederá con nuestro país, ya que basta con recordar que el Chino fue el autor intelectual de las peores fechorías estos años -Ley de Medios, «Democratización» de la Justicia, nuevo Código Procesal Penal, etc.- y mirar el presente de la pobre Venezuela de Nicolás Maduro: la grieta político-social y el enfrentamiento se ampliarán hasta el extremo, la represión se extenderá y la economía, ya extenuada por los doce años kirchneristas, será estatizada aún más, por la vía de expropiaciones; lo poco que queda de la Justicia y del Congreso será enterrado bajo una lápida de autoritarismo, el saqueo a las arcas públicas se profundizará con el robo a la propiedad privada, desaparecerá la prensa libre y los opositores más combativos serán encarcelados.

Como muchos economistas preveían, el Gobierno agravará la situación ya caótica de la economía con el simple recurso de darle a la maquinita de Ciccone para inundar de pesos al país antes de las elecciones y endeudarse masivamente a altas tasas y cortos plazos, sin importar en lo más mínimo que cada vez resulten más cortas las mechas de las muchas bombas que dejará como herencia; como dije, si ganara la fórmula Lancha-Chino, es altamente probable que se intente morigerar todos esos desequilibrios mediante expropiaciones, con el apoyo de capitales que llegarán, entonces sí, desde Beijing acentuando nuestra actual situación de colonia.

El escenario se complica aún más si percibimos que el principal binomio ofrecido por el ¿Frente para la Qué? a la Provincia de Buenos Aires lo integran Anímal Fernández, uno de los políticos con peor imagen, reiteradamente señalado por Lilita Carrió como jefe de los carteles de la droga nacional, y Martín Sanatella, otro prócer rejuntado por Cristina entre las huestes del Partido Comunista a quien sus ex-colegas, los barones del Conurbano, odian hasta el extremo.

¿Estará dispuesto el peronismo real, representado por gobernadores e intendentes y por los líderes sindicales, a recorrer mansamente ese camino de ida? Sigo creyendo que no, que más allá de los gestos públicos de obsecuencia, imprescindibles mientras la noble viuda maneje la chequera, pondrán sus escondidas fuerzas a jugar contra ese disparate, que puede llevarlos al destierro después del copamiento por La Cámpora de sus concejos deliberantes, y mandarán a sus fieles a votar por cualquier otra fórmula (¿Felipe Solá-Daniel Arroyo?), ya que en ello les va la supervivencia misma; lo hicieron en 2009, cuando desataron la furia de Néstor al ver su propio nombre vencido, y en 2013, al mandar a votar por Massa para frenar la reelección eterna de su noble viuda. Por lo demás, si cabía la posibilidad de una cierta atracción del manso Scioli sobre independientes o indecisos, la designación del Chino, un cultor de la teoría de la confrontación, la excluye por completo.

La emperatriz, como era dable esperar, no se anotó en ninguna de las carreras posibles para no asumir el riesgo de perder, fuera por la escasez de votos, fuera porque su candidato local obtuviera más adhesiones que ella. Pero Cristina consiguió, pese a todo, reconfirmar que pretende que el Congreso se convierta en el gran aguantadero de los delincuentes que la han rodeado estos años, encabezados nada menos que por Julio de Vido, el ladrón que le costó a la Argentina el autoabastecimiento energético, y por el mínimo Máximo, tan acosado por sus trapisondas en Hotesur.

Ratificando cuanto sostuviera en una nota reciente, «Espejos que Avergüenzan», la Justicia norteamericana investiga a Ricardo Jaime por la compra de aviones a Embraer para Aerolíneas, utilizando los miles de mails cruzados por sus cómplices que aquí fueron desechados como prueba, en un proceso que seguramente terminará con el propio De Vido y Recalde, el candidato de esta asociación ilícita a la Jefatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma, que cosechara aún menos voluntades que Filmus, el eterno perdedor.

Por su parte, el PRO de Mauricio Macri ha dado una fuerte muestra de pragmatismo, tanto al optar por Gabriela Michetti como candidata a Vicepresidente, que seguramente evitará la fuga de los progres porteños hacia el espacio de Martín Lousteau, cuanto al elegir a Daniel Salvador como integrante de la fórmula provincial de María Eugenia Vidal, que le permitirá contar con los indispensables fiscales radicales en el más problemático territorio electoral.

Así, los dados están rodando. Falta sólo comprobar si el cortoplacismo y egoísmo del «sálvese quien pueda», alentado por una transitoria hinchazón de bolsillos, decide enterrar de una vez y para siempre con la República o sí, aunque sea por única vez, los ciudadanos priorizan el futuro y, con él, la esperanza de la redención de Argentina como nación independiente. Hoy, Mendoza y Tierra del Fuego tal vez comiencen a despejar esas dudas.

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