Por Carlos Tórtora.-

Sin duda alguna, lo que le da un significado particularmente intenso a los comicios de hoy es que pueden representar la salida de la etapa de mayor autoritarismo que se conoce en la democracia argentina. De ahí que Daniel Scioli, primero en las encuestas, tenga un doble frente de combate porque, si gana por una diferencia mínima y debe disputar un ballotage con Mauricio Macri, el cristinismo no desaprovechará la ocasión y convertirá a CFK en la gran protagonista de la campaña final. Esto para demostrar que el gobernador bonaerense no está a la altura de las circunstancias y que sólo el kirchnerismo puro puede vencer a la coalición opositora. Esta posible situación de debilidad de Scioli encarna el comienzo del verdadero plan K, o sea, que Carlos Zannini termine siendo presidente por renuncia de aquél. El ex motonauta dio un paso absolutamente lógico, que es el comienzo formal de su divorcio con la presidente: anunció un gabinete de ministros en el cual el cristinismo es minoría y no están los hombres de La Cámpora. Al confirmar en su cargo al actual director de la AFIP, Ricardo Echegaray, que está investigado en una decena de causas judiciales, Scioli paga un alto precio político pero también, de quedar esto así, haría que la parte “sucia” de su gobierno esté representada por dos cristinistas como Echegaray y Sergio Urribarri, con lo cual él podría volver a su práctica de victimizarse mostrando que los funcionarios de su confianza son más presentables pero que tuvo que ceder a las presiones presidenciales. Sin embargo, el dilema central sería ineludible: Scioli necesita provocar un shock de confianza externo y atraer inversiones. Para cualquier inversor, su garantía es que en caso de que el presidente no pueda seguir gobernando su sucesor respete las reglas de juego que respaldan la inversión. En este caso, la posibilidad de que Zannini sea presidente funcionaría como una muralla que frenaría cualquier ingreso de capitales no especulativos.

Pero yendo a la jornada de hoy, la primera incógnita a despejar es si habrá un estándar de transparencia mínima que permita sobrellevar con normalidad el recuento provisorio de votos. En esto las matemáticas tienen consecuencias casi inevitables. Si las diferencias entre Scioli y Macri fueran mínimas, es casi inevitable que se desencadene una batalla de impugnaciones y denuncias de fraude que pongan en tela de juicio la legitimidad del comicio. No es un secreto que en el segundo cordón del conurbano bonaerense en el Frente para la Victoria hubo preparativos para hacer valer todos los recursos lícitos e ilícitos de los aparatos políticos locales. Sólo en La Matanza, el padrón de votantes supera el millón. Un diez por ciento de votos impugnados allí significaría un 0,3 por ciento del padrón nacional. Si le sumamos porcentajes similares en otros municipios populosos de la primera y tercera sección, la masa de votos impugnados podría ser de tal magnitud que sólo podría determinarse si hay o no ballotage mediante el escrutinio definitivo. De ser así, el país -y los mercados- viviría una semana tal vez única en la historia. Situación que luego se prolongaría tres semanas más si efectivamente hay segunda vuelta. Esta situación de extrema tensión desde ya que no podría darse de haber existido un programa de transición acordado entre el gobierno, su candidato a presidente y el conjunto de la oposición. La negativa presidencial a cualquier forma de transición no parece una jugada política inocente. Apunta a que todos los costos impopulares de las medidas económicas que se tomen caigan sobre el futuro gobierno, del cual los funcionarios cristinistas -si Scioli es presidente- podrían salirse dando un portazo y convocando a resistir el ajuste.

De qué depende el ballotage

El escenario del ballotage es muy difícil de prever, pero no hay duda de que hay un número condicionante. Si la ventaja que hoy obtenga Scioli -aunque no llegue a los 40 puntos- supera los 10 puntos, Macri se encontrará con una cuesta difícil de remontar en pocos días. En cambio, si la ventaja del oficialismo está en el rango de entre 5 y 7 puntos, estos pueden aparecer para CAMBIEMOS en parte por migración del massismo y también algunos independientes que hoy voten por Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer.

Otra clave para el caso de segunda vuelta será el comportamiento de los mercados, empezando por el dólar blue. Si las reacciones son altamente negativas ante la inminencia del triunfo de Scioli, esto podría acarrearle votos extras a Macri, que emergería como la única alternativa para serenar las variables económicas.

En tercer lugar, cualquier asomo de “tucumanización” de la elección se volvería en contra del oficialismo, por lo cual se sobreentiende que, si hay maniobras fraudulentas, las mismas tratarían de no ser demasiado escandalosas o groseras, como las ocurridas en la provincia norteña.

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