Por Carlos Tórtora.-

La negociación con el FMI pasó a un perfil bajo en los últimos días y el gobierno se encontró entonces con el peor escenario, el de la gestión como principal tema en la vidriera. Los cortes masivos reaparecieron, poniendo de manifiesto la debilidad de la política energética, mientras que el nivel general del índice de precios al consumidor trepó al 3,8% en diciembre. Una anécdota rellenó la semana, como fue el viaje al Caribe de la directora del PAMI Luana Volnovich. En suma, el oficialismo sólo acumula deterioro en su tránsito cotidiano. La inyección de oxígeno conseguida con los últimos cambios parece haberse diluido. Es el caso del Jefe de Gabinete Juan Manzur que, luego de chocar con el presidente, habría bajado significativamente su nivel de exposición pública. El kirchnerismo luce otra vez desalentado y sólo cobra vida cuando ataca frontalmente a la justicia, como lo hizo el Secretario de Justicia Juan Martín Mena con su ataque a la Corte Suprema.

Cortinas de humo

La marcha contra el máximo tribunal convocada para el 1 de febrero por el kirchnerismo duro abre interrogantes. ¿Quiere el gobierno confrontar con la Corte en medio de la negociación con el FMI? Para algunos, las inevitables concesiones que deberá hacer Alberto Fernández en materia de ajuste fiscal se intentarían tapar con un endurecimiento del conflicto judicial, que le dé a la Casa Rosada el calor de la izquierda que le quita por otro lado el acuerdo con el Fondo.

Mientras tanto, errático, el presidente despliega cortinas de humo diciendo que rechaza las exigencias del FMI. El caso es que tan importante como el acuerdo mismo es cómo preparar la digestión interna del mismo. Una versión, por supuesto incomprobable, dice que Cristina Kirchner estaría dispuesta a marcar diferencias ni bien se llegue a un entendimiento. El kirchnerismo duro aparecería entonces como disidente frente al acuerdo y esto abriría todas las dudas posibles acerca de su cumplimiento. La proyección política de un esquema así podría traducirse en que el cristinismo no apoyaría la reelección de Alberto.

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