Por Carlos Tórtora.-

El saldo del periplo europeo de Mauricio Macri fue, como era previsible, bastante modesto, empezando por el freno de Emmanuel Macron al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. El optimismo exultante de Macri sobre la evolución de la economía argentina no consiguió romper la indiferencia de los partícipes de la cumbre de Davos que ven en la realidad de los números, empezando por la inflación, pocos motivos para pensar en inversiones en la Argentina. Más bien las miradas en la cumbre estuvieron puestas en el nuevo pico de la crisis brasileña, con un Lula al que la justicia le agravó la condena pero que el PT ratificó como candidato presidencial.

Sin buenas noticias reales que dar, el gobierno se enfrenta ahora al desgaste de una estrategia que viene utilizando desde diciembre del 2015: mantener de su lado a la opinión explotando la corrupción de la década K. La actual ofensiva político-judicial contra el sindicalismo es simplemente una variante, hasta ahora exitosa, del mismo esquema. Pero así como en uno de los momentos de mayor asedio judicial Cristina Kirchner disparó “¿por qué no investigan los negocios de Calcaterra?”, ahora Hugo Moyano amenazó con hablar sobre Franco Macri, su ex socio en el Belgrano Cargas. Como se perfilan las cosas, para mantener la credibilidad el macrismo se vería obligado a ir a fondo y que en consecuencia la justicia procese al líder camionero por la causa de Independiente u otra de las que están avanzando. Cualquier otro resultado sería visto como un triunfo del poder del moyanismo que, por ahora, mantiene su convocatoria a una movilización de los gremios del transporte el próximo 22 de febrero. En otras palabras, el macrismo fue demasiado lejos como para que una tregua con el gremialismo no vaya a ser vista como una derrota, en momentos en que la mayor parte de los economistas dan por seguro que los niveles de inflación serán bastante superiores a los previstos, convalidando así que el techo del 15% para las paritarias se parece a una utopía.

En este clima donde cualquier acción judicial importante es sospechada de encubrir una operación política, la juez federal de Caleta Olivia Marta Yáñez activó la causa del ARA San Juan por «averiguación de ilícito», disponiendo sorpresivamente este viernes por la mañana cuatro allanamientos en distintos sectores de la Base Naval de Mar del Plata, en la Base Puerto Belgrano y en el Edificio Libertad. En el entorno de CFK, llamada a silencio por ahora, creyeron ver que se iniciaba una operación que podía terminar en tratar de imputar a dos ministros K de Defensa, Nilda Garré y Agustín Rossi. Ambos fueron acusados formalmente por Elisa Carrió -otra que se llamó a silencio- como responsables del supuesto negociado de la reparación del submarino desaparecido. Rossi se curó en salud y rápidamente declaró que“para lograr la Reforma Previsional extorsionaron a los gobernadores. Ahora para lograr cerrar paritarias a la baja extorsionan a los dirigentes sindicales», Una forma de argumentar que se trata de una persecución política si lo involucran en la causa del San Juan.

Estos hechos ratificarían que la lucha política se dirime cada vez en torno a las causas por corrupción y que el gobierno no encuentra otra forma de sumar a su favor a la opinión pública.

El despertar peronista

A todo esto, el malestar social y la cruzada macrista contra el poder sindical son el disparador de la reactivación peronista. En San Bernardo, Gustavo Menéndez citó a la conducción del PJ bonaerense para mostrar el comienzo de un frente opositor. Pero el aparato kirchnerista, que controla la sección electoral clave, la tercera, no le dio quórum y la reunión fue bien explotada por Pablo Moyano para decir que el peronismo respalda a su padre. Sergio Massa estuvo afuera de la movida de San Bernardo y se dio por contento con su presentación pidiendo la inconstitucionalidad del mega DNU de Macri.

De este modo, la nueva foto del peronismo en Buenos Aires muestra lo que desean Macri y Vidal: tres sectores, el cristinismo, el massismo y el PJ con Menéndez con diferencias cada vez más profundas.

En un aparte de la reunión de San Bernardo, se habló de que algunos intendentes peronistas podrían aportar sus seguidores a la movilización de los camioneros.

En este despertar de las ambiciones peronistas esta planteada entonces una competencia entre cristinistas y no cristinistas por asumir el rol opositor. Esto mientras esperan el resultado de la batalla más difícil de todas las que tuvo que librar hasta ahora la Casa Rosada: doblegar el sindicalismo para que le cierren los números pero en el peor momento, que es cuando las tensiones sociales fortalecen la representatividad gremial.

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