Por Carlos Tórtora.-

La disputa por el tercer puesto en las PASO del 11 de agosto no deja de ser relevante, aun cuando es sabido que en la primera vuelta la polarización seguramente aumentará en perjuicio de los que le hagan frente al kirchnerismo y al gobierno. Roberto Lavagna y José Luis Espert apuntan al tercer puesto con situaciones claramente distintas. Espert viene de sufrir el episodio con Alberto Asseff que lo victimizó permitiéndole afirmar que el macrismo lo había proscripto al favorecer que su partido -UNIR- le retirara su apoyo. El caso es que después del episodio en cuestión Espert tiene mucha más prensa que antes. Pero su actual esquema partidario es débil en un punto central. Su nuevo partido -UNITE- no cuenta con el distrito Buenos Aires y la consecuencia es grave porque el economista tendrá sólo la boleta para presidente y vice en un distrito que representa el 40 por ciento del padrón nacional. En otras palabras, que los candidatos de Espert a legisladores por Buenos Aires no empujarán la boleta presidencial.

En crisis

Por su parte, Lavagna enfrenta otro tipo de crisis. Alberto Fernández se corrió al centro, donde también circula Miguel Ángel Pichetto, y el resultado es que el primero se encuentra con mucho menos espacio del que tenía cuando confrontaba con Cristina. A esto se le suma que su principal aliado, el gobernador santafesino Miguel Lifschitz perdió la elección local, con lo cual su gravitación disminuyó.

Otro factor es que la columna vertebral de Lavagna en el sindicalismo, Luis Barrionuevo, estaría resentido con él por la concentración de las candidaturas en manos de Marco Lavagna, que no les dejaron casi nada a los sindicalistas. Ante este cuadro desfavorable, en las oficinas de campaña todos esperaban una reacción de Lavagna retomando la iniciativa pero éste se limitó a encerrarse varios días para analizar el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur antes de emitir su opinión. Este tipo de actitudes hacen que algunos dirigentes lavagnistas estén clamando porque aparezca un jefe de campaña que tome el timón.

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