Por Carlos Tórtora.-

Aun cuando se trata de un problema central, la actual polarización electoral no siempre es analizada a fondo. Hasta el momento, si de números se trata, Mauricio Macri y Cristina Kirchner se reparten el 70% de los votos y Alternativa Federal menos del 20% y con un panorama cambiante, ya que carece de un candidato definido. En definitiva, una polarización atenuada pero de ninguna manera una partición en tres tercios. Sergio Massa, el candidato anti K más fogueado, no supera los 10 puntos, que es lo que obtuvo en la última elección. La incógnita es si esta situación es definitiva o puede crecer la alternativa del tercer tercio opositor. Hoy por hoy y sin haber dicho una palabra públicamente, Roberto Lavagna se encuentra cerca de convertirse en el candidato del Peronismo Federal, habida cuenta del escaso predicamento de Juan Manuel Urtubey y de los problemas de Massa. En el 2007, cuando disputó la presidencia siendo candidato de la UCR, Lavagna obtuvo un 18%, dividiéndose el voto peronista opositor entre él y Alberto Rodríguez Saá. Hoy, y suponiendo, lo que no es probable, que quede solo como el único opositor peronista, habría que ver si sus números superan a los del 2007. De no ser así, su irrupción no marcaría tampoco el final de la polarización.

Es obvio que el gobierno quiere evitar la segunda vuelta con CFK y apuesta a ganar la reelección en primera vuelta obteniendo el 40% de los votos y más de 10 puntos de diferencia con el kirchnerismo, pero este último requisito no es fácil de conseguir. Así como no es fácil para la ex presidente perforar su actual techo, tampoco es probable que baje de su piso. Suponiendo que de la hipotética unión de Lavagna con Alternativa Federal y los 9 gobernadores que la respaldan surgiera un tercer polo competitivo con los otros dos, el mapa electoral tendría cambios sustanciales. El gobierno debería prepararse para la alternativa de un ballotage contra un candidato menos atacable y más prestigioso y se abriría la incógnita de qué harían los cristinistas si salen terceros y deben optar entre el ex ministro de economía de ella o Macri. Un leve gesto de confluencia peronista y el macrismo quedaría fuera de juego. En este sentido, a Cambiemos le puede venir bien un crecimiento del Peronismo Federal para debilitar con el mismo a CFK, pero de ningún modo le conviene un ballotage con Lavagna o quien represente a este sector.

No cambiar nada

En síntesis, a Macri no le sobran puntos y su mejor jugada sigue siendo la polarización con Cristina pero a la vez necesita que no desaparezca Alternativa Federal como una opción respetable. Si el peronismo entrara en una dependencia total de la ex presidente la situación del oficialismo se agravaría. Digamos que el cuadro actual de la polarización atenuada es exactamente lo que le conviene al oficialismo y debería luchar para mantenerlo. Massa es de los que perciben claramente esta realidad y amenazan entonces al gobierno con una ruptura de la polarización atenuada a través de una eventual alianza con Cristina.

Sin duda ésta es la respuesta del tigrense a la aparición de Lavagna como presidenciable que, por otra parte, cuenta con el apoyo de conocidos massistas. Massa intenta mantener abierta una opción que cambiaría el escenario electoral.

En una sociedad que vota en función de situaciones coyunturales, habría que saber un dato fundamental: en qué contexto económico se darán las primarias. Cualquier repunte económico aumentaría las chances de Macri y empeoraría las de CFK y es difícil decir qué situación mejoraría al Peronismo Federal.

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