Por Guillermo Cherashny.-

Las declaraciones de Alberto Fernández, candidato del Frente para Todos, de aumentar las jubilaciones el 20% y remedios gratis si gana las elecciones fue recibida por una andanada de críticas de casi todos los economistas y los medios de comunicación, por considerar que la Argentina necesita superávit fiscal el próximo año 2020 para pagar los intereses de la deuda externa, pero la crítica fue demoledora, por adjudicarle a Fernández que dijera que no pagaría los intereses de las LELIQs que emite el Central. Pero cuando aclaró que sólo quería bajar la tasa de interés que paga el Central, los mercados se calmaron después de una hora de incertidumbre, o sea que duró poco el miedo que quiso instalar el matutino Clarín, que habló de defaultear las LELIQs y, por ende, los depósitos bancarios.

La mayoría del mercado lo interpretó de diferente forma, ya que atacaron al candidato por promover un costo fiscal incompatible con la necesidad del superávit fiscal acordado con el FMI. El fin de semana, los grandes matutinos le dieron primera plana a la declaraciones penosas de Aníbal Fernández, que comparó a la gobernadora Vidal con el femicida Barreda, y a las de la ex presidente, que cometió el desatino de comparar la situación alimentaria de Argentina con Venezuela, que no tiene ningún rigor científico, porque en nuestro país no hay desabastecimiento y lo único que hay es una aumento de precios de los alimentos que no se puede comparar con Venezuela. De todas formas, las respuestas del gobierno le hicieron el juego al Frente de Todos, que sólo quiere discutir de economía con sus componentes de inflación, desempleo y altas tasas de interés, que producen una recesión interminable con cierre continuo de empresas grandes y fundamentalmente de pymes.

Así las cosas, la inseguridad y la lucha contra el narcotráfico y los temas institucionales, donde el gobierno está fuerte, dejaron su lugar a la economía, el punto débil del gobierno.

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