Por Guillermo Cherashny.-

Si alguien imaginaba que a un año de la asunción de Mauricio Macri como presidente en una de las últimas sesiones ordinarias la economía seguiría en una recesión peor de la que dejó cristina no lo hubiera podido creer, ya que en la campaña electoral el jefe de CABA anunciaba con bombos y platillos que cuando el asumiera llegaría una lluvia de inversiones productivas que dinamizarían la economía, ya que un empresario ocupaba por primera vez la presidencia con el peronismo derrotado y una UCR débil que acompañaba al PRO. Pero eso no ocurrió. Sin embargo, pudo salir de cepo cambiario sin problemas, con una tasa de interés alta.

No se pensaba que esa alta tasa y la enorme presión impositiva heredada traerían un año más de recesión y una reactivación que aún hoy es un misterio.

Las calles de la Capital, que todos pensaban que no se cortarían más y que los piquetes desaparecerían, se llevaron otra desilusión.

Así se vio ayer, con cortes y ollas populares por todos lados, y con un gobierno que se autocalifica con un 8 pero que la realidad demuestra que está muy lejos de ese guarismo y con un futuro incierto ya que no acierta el rumbo.

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