Por Carlos Tórtora.-

No fue casualidad que Alberto Fernández haya manifestado su disgusto por el título de tapa de Clarín de ayer, que señala que el gobierno perdió su único voto en la Corte Suprema con la renuncia de Elena Highton de Nolasco. El mensaje entrelíneas de la nota de Clarín es que el gobierno debería prepararse para gobernar en soledad, sin el apoyo de los otros dos poderes. En efecto, si Cristina Kirchner pierde el quórum propio en el Senado, quedaría al borde de la fractura del bloque de senadores del Frente de Todos, ya que, al quedar en minoría, aflorarían las tensiones internas entre los legisladores peronistas. En el peor de los casos para el Frente de Todos, una probable nueva mayoría de diputados de Juntos por el Cambio podría defenestrar a Sergio Massa de la Cámara de Diputados, imponiendo un presidente -que estará en la línea sucesoria de Alberto- elegido por la oposición.

Pero el fantasma de la pérdida del control del Congreso asusta tal vez menos al oficialismo que la probabilidad de que la Corte Suprema se incline por castigar al gobierno con sus fallos. Sin ir más lejos, varias de las causas que tienen a CFK como imputada, están o estarán en los próximos meses en manos del alto tribunal. La Corte marcó distancia con la Casa Rosada con su fallo apoyando la autonomía porteña en la controversia sobre si era la Ciudad o el gobierno nacional el que debería decidir sobre la presencialidad escolar. Ahora, si el tribunal se alejara más del gobierno, esto podría influir en el ánimo de los jueces federales de Comodoro Py que tramitan la mayor parte de las causas por corrupción contra el kirchnerismo.

La ampliación

En un clima de alarma, ayer empezó a hablarse nuevamente en las filas del oficialismo de poner en práctica una de las recomendaciones formuladas por el informe final de la llamada “comisión Beraldi”, esto es, el grupo de juristas consultados por el Ejecutivo sobre la reforma judicial. Se trata de la ampliación de la Corte de 5 a 9 miembros, operación que se volvería muy difícil a partir del 10 de diciembre próximo si el kirchnerismo pierde la mayoría en una o en las dos cámaras. En suma, la ampliación sería viable en las próximas semanas y contaría desde ya con la férrea oposición de los ministros de la Corte. En especial, se resistiría el nuevo presidente del tribunal, Horacio Rosatti, quien tiene el antecedente de haber renunciado como Ministro de Justicia en la primera presidencia de Cristina, cuando se habría opuesto a refrendar un proyecto para la construcción de cárceles que contenía abultados sobreprecios. Para Juntos por el Cambio, la ampliación de la Corte podría significar la posibilidad de pactar con el gobierno la designación de uno o dos juristas salidos de sus filas. Pero pactar con el kirchnerismo en tiempos electorales es imposible. Todo tendría que darse después del 14 N.

A todo esto, el núcleo duro del kirchnerismo empieza a prepararse para asimilar la inminente derrota electoral. Los dos principales operadores de la vicepresidenta, Axel Kicillof y Máximo, están en situaciones muy distintas. El gobernador de Buenos Aires sigue pagando su caída electoral en las PASO y sufre por la pérdida de poder en manos de su jefe de gabinete Martín Insaurralde. Kicillof se preguntaría cómo hacer para gobernar a partir de diciembre si pierde en las legislativas la mayoría en la cámara de diputados bonaerense. Máximo, por su parte, no pagó mayores costos por la derrota en las PASO pero la realidad es que el tembladeral provincial hasta pone en duda su asunción como presidente del justicialismo provincial. En lo que puede verse como una señal de desesperación, Máximo abandonó su habitual mutismo y empezó a hacer declaraciones periodísticas, exhibiendo todas sus limitaciones.

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