Por Carlos Tórtora.-

El caso de Santiago Maldonado, por el volumen político alcanzado, admite alguna comparación con los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ocurridos en el 2002. Este último hecho marcó la hora para que Eduardo Duhalde convocara a elecciones generales. La desaparición de Maldonado parece indicar un giro en el proceso político: a la defensiva durante los últimos dos años, la izquierda parece haber retomado la iniciativa política. Una simple lectura de las exitosas movilizaciones de anteayer -y de los hechos de violencia callejera- permiten proyectar que se está realizando un intenso entrenamiento para el plan de lucha contra los ajustes económicos que el gobierno aplicará a partir de octubre. Por ejemplo, la reducción en un diez por ciento de la planta de empleados de la Administración Pública Nacional. Si efectivamente ingresamos en un clima de agitación política y social, es indudable que, por un lado, el gobierno se beneficiará electoralmente, porque los sectores moderados, que son mayoría, se asustarían volcándose al oficialismo. Pero la otra cara de este resurgimiento de la izquierda podría ser muy negativo para el oficialismo. Esto es si en el exterior se visualiza que, de la mano de CFK, podría imponerse un movimiento neochavista en las elecciones del 2019. Esta perspectiva, en un país altamente inconfiable como el nuestro, bastaría para alejar las inversiones.

Simultáneamente con las movilizaciones por Maldonado, esta semana en las oficinas del Instituto Patria, Maximiliano Kirchner, Oscar Parrilli y otros operadores presidenciales se dedicaron a tratar de captar a los dirigentes de distintos partidos que quedaron fuera de carrera para octubre, pero que en las recientes PASO obtuvieron algún caudal de votos.

Las ofertas económicas fueron generosas y en algunos casos millonarias, como la recibida por el presidente de uno de los partidos más importantes de la Alianza 1País para que abandonara a Sergio Massa y se adhiriera a Unidad Ciudadana.

A todo esto, el gobierno mostró una vez más su dificultad para manejar situaciones de crisis. La Ministro de Seguridad Patricia Bullrich se muestra enredada en su lucha por el control de su cartera con un hombre del presidente, el Secretario Eugenio Burzaco. Ni este ministerio ni la AFI que dirige Gustavo Arribas habrían contado con una inteligencia profunda del conflicto mapuche y sus entretelones. La crisis que ahora se abate sobre la Gendarmería Nacional afecta al eje del sistema de Seguridad. A partir de la división de la policía entre Federal y de la Ciudad, esta fuerza quedó aún más debilitada y el peso de muchas cuestiones se desplazó hacia los gendarmes, ahora bajo un intenso fuego. El gobierno tenía en carpeta un proyecto para ampliar la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico que ahora difícilmente se lleve a cabo, para no alimentar el fuego de las movilizaciones callejeras.

Preparativos en el PJ

La lucha interna en el peronismo no es, por supuesto, ajena al proceso que tiene a Maldonado como bandera. Hasta ahora se especulaba con que CFK saldría a capturar los siete puntos que suma la izquierda en Buenos Aires. Pero ahora su oportunidad es mayor: acaudillar la nueva izquierda antimacrista. Esto la alejaría cada vez más del PJ, en el cual empieza a florecer la idea de una Liga de Intendentes (del conurbano), donde despuntan las ambiciones de crecer de Verónica Magario (La Matanza) y Gustavo Menéndez (Merlo). Por su parte, Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Miguel Katopodis (San Martín) están a la expectativa.

Sean cuales fueren los resultados, el 23 de octubre empezará una nueva pelea por el control del PJ nacional y bonaerense. El presidente del primero, el sanjuanino José Luis Gioja, estaría dispuesto a convocar a elecciones internas para renovar autoridades si se lo pide la Liga de Gobernadores. Por su parte, Massa, abriendo el paraguas ante una mayor pérdida de votos de su alianza en octubre, se muestra más cercano a los mandatarios del PJ.

Si queda tercero en Buenos Aires, el tigrense estudiaría algunas ofertas que le llegan. Por ejemplo, apuntar a ser el segundo de una fórmula presidencial que encabezaría Juan Manuel Urtubey.

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